Adiós Diego

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En la madrugada del sábado Mery se dispuso a escapar....

No sabría como reaccionaría Diego, ¿la dejaría ir?¿la acompañaría?¿le diría a padre? Esas preguntas le abrumaban la conciencia.

Decidió que sería mejor para ambos si solo se iba ella, tal vez después volvería por él o él iría por ella, tomo un bolso de misiones, lo llenó de trajes (claramente no tenían otra ropa) y algunas otras cosas, salió de su habitación, caminó hacia la de Diego y abrió la puerta con cautela, entró y se agachó para dejar la maleta en el suelo, caminó lentamente hacia la mesita de la cama y dejó una carta, se le quedó viendo con una que otra lágrima marcada en su rostro, y solo susurró -adiós Diego-, salió de ahí con desesperación y se dirigió al piso debajo del cuarto de torturas, claro, cuando iba bajando pasaban flashbacks de su infancia y parte de su adolescencia en aquel cuarto, finalmente el elevador se detuvo, con la frente en alto y aguantando las dolorosas lágrimas caminó hacia el televador, entró allí y suspiró, dejó caer una lagrima y presionó los botones para ir a otra dimensión.

Unos ruidos extraños salieron del extraño elevador, maldita sea, estaba fallando, Mery no tuvo tiempo de salir de allí, los ruidos se hacían cada vez más fuertes, a pesar de estar en el subsuelo, aquellos ruidos resonaron en la casa, a pesar de ser mínimos todavía eran notorios, los chicos estaban dormidos, Regginald estaba con Pogo revisando las cámaras, a Mery no le colocaba el sensor ya que creía que a diferencia de Vanya, ella sí era normal, se equivocaba.

En fin, Regginald salió de ahí con prisa y se dirigió a aquel piso, cuando por fin llegó ya era tarde.... Mery se había ido. Del coraje lo único que pudo hacer fue golpear la mesa de botones, claro, ya era inservible.

A la mañana siguiente los adolescentes despertaron, se dirigieron al comedor y se les hizo raro que Mery no estuviera, Diego estaba a punto de levantarse para saber dónde estaba su amada pero Regginald dijo con rapidez -sentados-, todos se quedaron callados y se sentaron, comenzaron a comer, Diego no había notado la carta, a decir verdad no era muy inteligente.

Después del desayuno Diego fue a buscarla, busco por toda la casa, incluso entró a su recámara, no había rastro de ella Regginald apareció en la recámara y dijo -Huyó- Diego no lo podía creer, eso no podía ser cierto, ¿se fue sin el? Claro que no, ella jamás lo haría, con los ojos vidriosos y un poco cortada la voz soltó -¿c-como sabes?- Regginald no respondió y le dijo que se fuera a su habitación, el chico salió de ahí con los puños cerrados y un nudo en la garganta, azoto la puerta con enojo y volteo a ver aquella fotografía de su novia, notó que a lado había una carta.


Que estupido



















Pidoperdon por la inactividad, no tenía inspiración...

𝖼𝖺𝖿𝖾́, 𝖽𝗈𝗅𝗈𝗋 𝗒 𝖺𝗆𝗈𝗋 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora