Cuatro

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Esa misma noche, Kat se dirigía al bar. Había hablado con Matt cuando se había quedado sola en su departamento. El le dijo explícitamente que se pusiera algo lindo y que fuera esa misma noche para empezar a trabajar. Se había calzado el mejor jean negro y ajustado que adquirió de su amiga Storm, junto con una camisa negra que se transparentaba en el vientre y tenía un escote generoso.

Ella no solía ponerse esas prendas, pero había algo que la hacía sentirse linda y atrevida. Realmente no estaba buscando la atención de ningún hombre, y de solo pensar en eso, automáticamente su mente evoco el recuerdo de Rex y de su beso caliente.

Cuando él se apartó de su boca y su cuerpo, sin mediar una sola palabra, la dejó sola en su casa. Estaba impactada pero principalmente muy excitada. Con un solo beso, había provocado lo que ningún hombre o amante que hubiese tenido, tuvo que correr al baño, encender la ducha y calmar el deseo que se había generado en su centro con sus dedos.

Se masturbo pensando en imágenes calientes que se relacionaban con Rex y estar debajo de su cuerpo en una cama. Su piel caliente y su boca había hecho estragos en su mente y cuando se corrio, sintió una liberación cruda y una calma increíble.

Salió de sus recuerdos calientes para no volver a excitarse. Sabia que los cambiantes la olerían y sería una pésima primera impresión llegar a su trabajo oliendo a excitación. Se detuvo frente a la puerta y respiró profundamente juntando valor, puso su mejor sonrisa y abrió la puerta de madera con el vidrio tintado. Realmente estaba emocionada por el trabajo, quería encajar bien y poder mantenerse sola, estaba muy agradecida con el Alpha Rafael, pero quería tener más autonomía de la que tenía en su antiguo hogar.

Detrás de la barra, a unos metros de la puerta y las mesas, estaba Matt. Levanto la mirada y sonrió cuando la vio entrar. Kat se dirigió a él y este le hizo una señal para que fuera detrás de la barra. Cuando estuvo junto a Matt, sonrió y ella no pudo resistirse a abrazarlo mientras chillaba.

— ¡Gracias, Gracias, Gracias! — Dijo Kat separándose un poco del lobo que la veía divertido y con una enorme sonrisa — Te prometo que no te vas a arrepentir de haberme dado esta oportunidad.

— Acabas de llegar y ya hiciste mi noche más entretenida, no creo que vaya a arrepentirme.

Matt sonrió nuevamente y le hizo un gesto para que la acompañara a una especie de bodega que estaba detrás de la barra. Le contó lo que era su trabajo y como debía realizarlo, las bebidas frecuentes de los clientes y donde podría obtener más si se acababan las que estaban en los congeladores.

Después de media hora de estar acomodando los vasos y poniendo más bebidas a enfriar, comenzaron a llegar los clientes. Muchos de ellos la miraron con desconfianza, pero otros le habían sonreído e incluso coqueteado con ella.

Parecía que Matt era un miembro querido o respetado en la manada, porque los que tenían cierta aprensión para con ella, de a poco confiaron en el criterio de su jefe y al menos, no tenían un comportamiento hostil.

Cuando habían pasado algunas horas y ya estaba entrada en la madrugada, Kat se tomó un pequeño descanso para ir al baño y beber algo de agua. Utilizó el inodoro y cuando se terminó de secar las manos, pensó que realmente la noche de trabajo había salido mejor de lo que esperaba y que pronto tendría varios amigos.

Volvió a su lugar detrás de la barra para continuar. Le hizo una señal a Matt de que estaba nuevamente atendiendo y él asintió. Matt también estaba trabajando, por lo que había dicho, era la clientela habitual y eso la sorprendió.

Era un lugar acogedor, donde la gente podía beber, jugar al billar en las mesas que estaban más iluminadas y bailar en la pequeña pista que estaba un tanto apartada de la barra. Ella se había divertido con la plática de algunos lobos que estaban sentados sobre taburetes junto a la barra, muchos de ellos eran jóvenes que buscaban un trago y llevarse a una de las mujeres de su manada a casa.

Rex (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora