Respira profundamente mientras entra a casa y saluda a su gato Pecas

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Respira profundamente mientras entra a casa y saluda a su gato Pecas. Aunque era claro que no todo se iba a la basura, por que como cada año iba a tomar los turnos dobles y quizá podía tomar el puesto en el centro comercial, empacando regalos, ya lo había hecho hace un par de años, luego de estar en la cola durante dos horas y decirle a Lexie que se quitara de ahí, porque hasta un caracol le ganaba en una carrera.

El señor Donald sonríe—. Sé que en la oficina postal necesitan ayuda Cheryl, la necesitarán muy pronto, ten paciencia.

—Quizá, pero no lo necesito en este momento señor Donald, tengo los turnos dobles en la cafetería y además estoy casi segura de tomar el puesto en el centro comercial— le sirve café y continua preparando la orden de capuchino de la mesa ocho.

—No fuiste a la hora correcta, ni al momento correcto— se levanta mientras toma su sombrero y coloca su bufanda. Cheryl lo despide con la taza de cappuccino en la mano y el ceño fruncido.

—¿Estará perdiendo la cabeza?— pregunta Marie del otro lado de la barra, mientras observa el periódico. Louis lanza una carcajada y se acerca a la caja para cobrar la cuenta de la mesa seis.

Cheryl la amenaza con la mirada—. El señor Donald no está perdiendo la cabeza, pero al parecer la mesa tres sí.

Mientras ve a Marie alejándose para atender la mesa tres, Cheryl toma el periódico e inicia a buscar en los anuncios de empleos, no hay nada. Así que decidida, luego del turno doble, toma el autobús que la llevará a la cuidad, justo hacia el centro comercial. Y no podía ponerse peor el asunto, porque  el puesto para empacar regalos ya estaba ocupado, «malditos vacacionistas» refunfuño, mientras se acercaba a la parada.

Aun le faltaba tomar el otro autobús a casa, pero el autobús se averió a dos calles de lo que era su próxima parada enfrente del parque. Mientras caminaba a la estación, frunce el ceño, estaba nevando y muy fuerte. El único lugar donde podía resguardarse un momento era en la oficina postal, la misma tenía una entrada con gradas donde podía sentarse y lloriquear, sin que le cayera nieve.

Se coloca el suéter y el gorro que traía en su bolsa y se siente molesta mientras observa la hora, faltaban cinco minutos para que el autobús llegará, pero su negatividad le gritaba que no iba a lograrlo. Una gran correntada de aire surge, es casi imposible llegar a la estación. Un anuncio se le pega en el rostro y molesta se lo retira sin siquiera revisarlo. Otra gran correntada de aire llega y otro anuncio le da en el rostro.

Chilla molesta y recuerda que no trae el libro en su bolso, observa el anuncio que apretaba en su mano. Era acerca de una vacante—. ¿Cómo?

Era una vacante en la oficina postal, se levanta insólita y se acerca a la puerta del edificio. Frunce el ceño aún más y limpia un poco del vidrio. Al parecer la oficina postal no se encontraba tan sola como ella se imaginaba, como nadie se imaginaba. Se recuesta aún más en la puerta y cae de un golpe panza abajo. La música que se reproducía se detiene.

—Niña ten cuidado—. Pronuncia una voz femenina. Cheryl levanta la mirada y observa a su alrededor, pero cae inconsciente. 

Dos turnos doblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora