Abre los ojos de par en par cuando el sol le pega en el rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abre los ojos de par en par cuando el sol le pega en el rostro. El lugar en donde se encontraba no era tan desconocido, era su habitación. La cabeza le duele y todo esta confuso, ni siquiera se golpeó la cabeza, pero esa era lo de menos. No sabía cómo había llegado hasta su habitación si el último lugar donde estuvo fue la oficina postal.

Observa su celular, siete de la mañana. Toma una ducha, batalla para colocarse un par de medias y un par de botas hasta las rodillas. Y luego de tomar un desayuno, llega a la cafetería a tiempo para su turno. Saluda a Bianca que está sirviendo café y se acerca a Louis.

—Al parecer hoy el clima esta mejor que ayer—le anuncia mientras se coloca su delantal—. Espero que no vuelva a nevar cuando salga de mi turno por la tarde.

—¿Nevar?—se extraña Louis y Cheryl asiente—. Debes de estar mal, en ningún momento nevó. Ni siquiera ayer por la noche cuando...

Cheryl coloca más café en la cafetera y más chocolate. Había dejado de escuchar a Louis por un momento ya que por los ventanales, del otro lado del parque, vio caminando al señor Donald. Sin duda alguna, habían cosas sueltas.

—...Cheryl, ¿me estas escuchando?— voltea a ver a Louis—. Un chocolate con menta tamaño pequeño y prepárate uno grande para ti, estas demasiado pensativa— le sentencia.

—¿Por qué llegaste tarde ayer por la noche?—pregunta Cheryl sentada en el banco, luego de preparar la orden.

—Tuve que ir a comprar cosas al centro comercial para la señora Rodríguez y su gato.

Cheryl ríe, con solo saber que era la Señora Rodríguez de quien se trataba sabía que todo había estado mal. — ¿Seguro que no nevó?— cuestiona mientras prepara la nueva orden. Louis niega.

Cheryl sabía que el señor Donald no venía por su chocolate de temporada hasta la tarde, y que no era hasta esa hora que le iba a sacar toda la sopa. Tenía que hacer algo, le estaba carcomiendo la duda. Así que durante su descanso a la hora del almuerzo, decide cruzar el parque e ir a investigar por su cuenta.

Abre la puerta de aquel edificio, pero no se parece a lo que había observado por el vidrio. Las paredes pintadas de un color aburrido y solo unas cuantas personas comprando estampillas. Se acerca a la recepcionista Mandy.

—No, aquí no hay ni una vacante—niega sonriente—, pero tienes razón durante esta época nos llenamos de cartas por que los niños mandan las suyas. Ya sabes, por el asunto de santa, pero no necesitamos más ayuda. No que me haya indicado el señor Patrick.

Cuando regresa al café, se encuentra al señor Donald muy sonriente y le saluda levantando las cejas, moviendo de una manera graciosa su sombrero color kaki.

Toma lo último de su taza de chocolate y se coloca el sombrero—. Vivo aquí desde siempre Cheryl, y si te digo que la oficina postal tendrá una vacante, es porque será así.

Dejo a Cheryl sin palabras y empezaba a creer que quizá Marie tenía razón, el señor Donald estaba perdiendo la cabeza al igual que ella, la idea del dinero extra la volvió un poco loca. Del otro lado observa al señor Patrick, así que le anuncia a Marie que tomara un descanso de 10 minutos, a lo cual Marie no logra negar.

—Señor Patrick, sé que necesitarán ayuda con las cartas que mandan los niños sobre santa.

—Los mensajeros se encargan de eso, Cheryl. Tenemos buzones especiales para ello, las cartas las recogen ellos todas las mañanas.

—¿Y luego las organizan, no?, o las queman, las trituran o algo—. Patrick asiente ligeramente.

—No necesitamos más ayuda, Cheryl. No cuento con ningún puesto para ofrecerte, si no estaría encantado de tenerte—Cheryl pregunta algo sobre lo cual Patrick ríe y lo mira impactado—. No, Cheryl, debes de estar mal. La oficina se cierra a las cinco sin falta y las alarmas hubieran sonado si alguien estuviera adentro.

Louis la observa con una sonrisa audaz al entrar a la cafetería. Le sostiene en la mano una bolsa de papel y Cheryl sabe de qué se trata, su favorito y exquisito sándwich—. Suéltalo Louis, de qué se trata, ¿qué es lo que quieres a cambio?

—Bueno, sé que quieres dinero extra— levanta los hombros, Cheryl abre sus ojos—, no, no Robert no ha despedido a nadie. La señora Rodríguez tuvo un pequeño accidente en las escaleras al tropezar con un juguete de su gato y me toca ayudarla con los quehaceres. Además que el señor Bolas, ya no tiene bolas y me toca estar viéndole su postoperatorio. Solo será durante esta semana.

Cheryl asiente conforme mientras devora un bocado del sándwich, aceptando de esta manera el trato. Se coloca un lápiz entre las greñas y se coloca detrás del mostrador, lista para preparar todo el café que el pueblo requiere para saciar su necesidad de algo de cafeína.

Dos turnos doblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora