Creyendo que trabajar en la cafetería es lo más divertido que hay en la vida, Cheryl esconde su deseo. Perdida desde el momento en que su abuela murió, ella lo único que pide a gritos es conseguir trabajos extras para evitar las dos peores cosas: pe...
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El inicio de ese incomodo momento fue tumbado por Arwen quien abrió la puerta de entrada y les ofreció sentarse un momento, mientras discutía algo con lo que parece ser su superior. Cheryl algo intranquila decide caminar en el gran vestíbulo observando las decoraciones en madera de las paredes.
Y se acercó al árbol, comenzando a girar alrededor observando los distintos adornos, que lo hacía ver muy personalizado. Y todo iba bien hasta que topo con Matthew y se sonrieron.
—Eres un idiota, Matthew.
—El idiota que ganara la vacante, mejor dicho.
Arwen se acerca rodeando los ojos— ¡por la nariz roja de Rudolph! , agradezco no tener muérdago en el vestíbulo—los dos se miran con asco—, bien, bien. Hoy tienen una tarea un tanto más compleja que repartir licor y tomárselo, ¿no, Cheryl?— Matthew intenta aguantar una carcajada—, y espero que tampoco les tiemblen las manos y terminen tirando todo por ahí, ¿verdad, Matthew?
Mientras Cheryl ríe internamente, caminan los dos detrás de Arwen encaminándose cerca del tubo central.
—¿Dónde están nuestros cubículos?— menciona apresurado Matthew mientras busca con la mirada. Arwen ríe.
—Les dije que serían tres tareas, para ganarse el puesto, pero hay dos para ganarse mi confianza. Y aunque ayer se ganaron la confianza de los demás, a mí no me convencen aun. Así que tomen un carrito cada quien. Deberán de repartir un puñado de cartas, según el continente de donde provenga y entregárselas al correspondiente grupo de elfos.
Cada uno toma un carrito para entregar cartas, el cual se ajusta a su altura por arte de magia. El tubo central tenía otros tubos de los cuales salían cartas. Cheryl inicia a ordenar las cartas, pero el que le lleva un menor tiempo es a Matthew que toma unas cajas vacías para irlas colocando por continente.
Al parecer Cheryl tomo el ritmo luego de un momento organizándolas e inicia a tararear la canción que salía por los altavoces de aquel lugar. Matthew se miraba muy cómodo y tenso ordenando. Pero no podía permitirse ser un chico malo, la idea fugaz de colocarle una carta a Cheryl en una de sus montañas se borró cuando la vio bailar.
No es que se estuvieran enamorando, pero a Matthew se le ablandaba el corazón cuando la observaba por un momento. Y le caí bien, pero el hecho de estar peleando por la misma vacante le volvía loco. Tenía que llegar a las cartas, en algún momento.
Llevaba apenas unos días en el pueblo, pero sentía que pertenecía de cierta manera a ese lugar. Y trato en cualquier instante en no pensar en los motivos por los cuales llego ahí, si no la necesidad de obtener respuestas.
Cheryl a pesar de saber que Matthew no era tan malo, seguía siendo un idiota. Y rodaba los ojos cada que pensaba en él y cantaba y bailaba con más fuerza para dejar de hacerlo. Cheryl no quería respuestas, necesitaba el dinero extra.
Y la pregunta le regreso al momento de despertar a la mañana siguiente.
—Si quedo con la vacante, ¿me pagarán?
No podía ir sencillamente y preguntarle a Arwen sobre ello. Y no era tampoco investigarlo, al menos que intentará hablar con el señor Donald, lo cual se convirtió en la meta de ese día. Inicio el turno en la cafetería de la misma manera que siempre lo hace, preparando como extra los cafés de los estudiantes que se encuentran en vacaciones de invierno y además el café expresso del cliente nuevo que le reclamo el primer día.
Siendo quizá el inicio del pico de la temporada alta para la cafetería y para todos. Era el último día trabajando todo el día en ella, y no fue nada diferente a las anteriores. La meta del día no fue cumplida, el señor Donald no se apareció ni para saludar.
—Hey—le lanza una chaqueta azul a Marie, la cual se queja—, ponla en la caja de cosas perdidas.
—Me volveré loca si miro a alguien más con esa chaqueta— Bianca mira a una Cheryl asqueada—, al menos la he visto tres veces en esta semana.
—Nah—niega Marie sosteniéndola—, esta no es de temporada. Créeme, Jason tendría alguna.
Y antes de que puedan hacerle una broma respecto a su novio con unos cuantos años encima, Marie las sentencia con la mirada.
—He visto esa chaqueta en tres diferentes momentos o quizá más—abre los brazos Cheryl—, no tiene sentido, si dices que no está de temporada.
Se preguntó Cheryl si debía de dejar su auto en donde lo dejo por la mañana o llevarlo hasta el frente de la oficina postal, opto por la segunda opción, de la cual se arrepintió al segundo de haber arrancado el carro y toparse por un ligero tráfico.
Matthew la observa de manera divertida cuando baja corriendo del carro, tratando de ajustarse la bufanda—. Siempre hay una primera vez para todo Cher, cuéntame ¿qué ha pasado para que vengas tarde?
Cheryl voltea a verlo y luego ablanda la mirada—. Es la culpa de un cínico— Matthew levanta la ceja—, al parecer se trata del nuevo inquilino de los apartamentos de la cafetería. Aparca su Ford, en el parqueo de la cafetería, en mi parqueo.
Matthew ríe—Si trabajas en la cafetería, ¿no sería más sencillo solo cruzar?, quiero decir. Ese parqueo siempre estuvo vacío, ¿no? No siempre lo usas.
Cheryl deseaba preguntarle de donde sabía tanto, pero un escalofrió le recorre el cuerpo al tener contacto con la correntada de frío. Arwen abre la puerta y sigue apuntando en su tablita.