—¿Cómo te estas yendo a casa, Cheryl?—se nota la preocupación del señor Donald

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—¿Cómo te estas yendo a casa, Cheryl?—se nota la preocupación del señor Donald.

—Decidí utilizar el auto de la abuela Rose, ya que Louis se retira temprano, no hay problema con que el parqueo este ocupado y no haya espacio para los clientes—. Sonríe y sirve más café en la taza. Decidió en último momento no contarle nada al señor Donald acerca de lo que observo en el edificio cruzando el parque.

Se despide de Bianca y Marie y sube a su auto, una vuelta al edificio no estaría mal, por alguna razón ella sabe que no está para nada loca y que lo que ocurrió ese día no fue producto de su pobre imaginación.

Estaciona el auto enfrente del edificio, se ajusta la bufanda y abrigo antes de salir. Empieza a escuchar música mientras se acerca a la puerta del edificio y toca tres veces. La música cesa y piensa en si se acaba de volver loca, gira la perilla de aquella puerta francesa y la abre lentamente.

—Rayos, la alarma—se lamenta cerrando los ojos, esperando a que empezará a sonar.

—Ya habías tardado demasiado, pensamos que no querías la vacante.

—Ja, les dije que el Donald tenía razón, él nunca se equivoca.

Cheryl abre los ojos de par en par, lo que sonaba no era una alarma, sino voces. Parecía que aquel aburrido e iniciado abandono del edificio cobraba vida. Paredes rojas de piso a techo, guirnaldas, luces y un árbol al centro. Inicia a sonar la música nuevamente y cierra la puerta, necesita verificar por lo que quedando de nuevo en la parte exterior del edificio, baja unas escaleras y trata de ver por las ventanas del lugar.

No hay nada, está vacío. En el vidrio de la puerta principal observa un anuncio, están buscando una vacante para ayudar con el correo. Abre la puerta y trata de buscar donde está la recepción, que se encuentra en el mismo lugar donde esta Mandy. Toca la campanilla y la silla da un giro, mostrándose una mujer ya mayor.

—No tengo tu tiempo, ¿qué desea?— respondió pesada y apresurada. Cheryl abre la boca y la señora se voltea nuevamente y coloca más papel en la máquina de escribir.

—Disculpe—toca la campanilla—, disculpe.

—Venía por la vacante de ayudante—una voz masculina la interrumpe y coloca el anuncio en el vidrio del mostrador.

Voltea la recepcionista que los observa de pies a cabeza y aprieta sus agrietados labios—. Bien.

Se pone de pie y sale por una puerta pequeña, Cheryl abre los ojos sorprendida, es una elfa. La recepcionista se coloca sus lentes y toma un pequeño tablero e inicia a caminar hacia una puerta doble. Cheryl y el otro hombre caminan tras ella.

—Les explicaré lo que deben de hacer. Por cierto, esta semana tendrán un periodo de prueba, solo contamos con una vacante, no dos—los observa mientras abre las puertas grandes. Cheryl se muerde los labios—. Mi nombre es Arwen.

En el centro de aquel lugar hay un gran tubo de vidrio con algunas cartas y muchas mesas alineadas con sillas, las paredes son de un color azul oscuro. Los elfos se encuentran leyendo y lo que parece ser clasificando las cartas. Hay una gran pantalla en una de las paredes y está llena con nombres escritos en dos colores, verde y rojo y al lado de ellos hay una casilla. Bajan por las escaleras y Arwen comienza a hablar.

—Este es el tubo central de cartas, en él se encuentran todas las cartas que los actuales niños activos mandan. Los que trabajan aquí son encargados de colocar los regalos que los niños desean y se muestran en la pantalla. Las cartas luego de leídas se llevan al archivo general, que se encuentra en el segundo nivel, cada niño y personas posee uno—respira profundamente—. Ustedes trabajaran en tres áreas y el que se desempeñe mejor, logrará un puesto. Mañana iniciarán.

Los lleva hacia la entrada y los despide junto a una credencial con su nombre. Cheryl baja las gradas y el hombre va detrás de ella.

—Mi nombre es Matthew, y créeme que quiero la vacante, así que espero no verte mañana por aquí, niñita—sonríe de una manera castrosa y forzada, mientras se ajusta su chaqueta color azul.

Cheryl se detiene y lo observa detenidamente antes de forzar una sonrisa—. Encantada de conocerte mi nombre es Cheryl—llega hasta su auto y antes de entrar se detiene—, nos vemos mañana— enciende el motor y lo observa alejándose—, idiota. 

Dos turnos doblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora