El Ford seguía en el parqueo y de nuevo tuvo que estacionar una cuadra más lejos que el día anterior

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El Ford seguía en el parqueo y de nuevo tuvo que estacionar una cuadra más lejos que el día anterior. Tomando la iniciativa y decidiendo que esta vez debe de asomarse al automóvil para observar que tiene por dentro. Las personas estaban tan preocupadas en sus asuntos, que nadie noto a Cheryl asomándose a las ventanas de aquel auto.

Y no había nada que la hiciera levantar sus sospechas, exceptuando una chaqueta azul.

— ¿Estarán de moda esas chaquetas?

Se lo pregunto mientras abría la puerta de la cafetería y también si debía de comprarle una al primo Louis que le encanta andar siempre a la moda.

—Para ese momento ya medio mundo la habrá cargado— negó colocándose el delantal—, y han de estar terriblemente caras.

No es que Cheryl sea tacaña, al contrario le encanta estar ayudando y regalando en cuanto pueda. Pero ella sabía que tenía que guardar el dinero, tenía que comprar un nuevo computador y otras cosas para su hogar. Y antes que creas que es una egoísta y envidiosa, no lo es al contrario.

Cheryl se encontraba comprometida como los años anteriores a brindar su ayuda en el comedor comunitario para la navidad. Ella lo solía hacer desde muy pequeña junto a su abuela. Solían hornear las galletas y postres para la cena.

—Un café para la mesa uno— Cheryl levanta la ceja a lo que Louis responde—, un expresso.

Coloca el café en la bandeja para que se lo lleve Bianca y observa a la mesa que se lo lleva, un chico con la chaqueta azul, ¿será posible que sea el dueño del automóvil? Y aunque Cheryl estaba a punto de abandonar su puesto para confrontarlo, Louis la recargo con un par de órdenes para llevar. Y eso significaba que eran mucho más urgentes y que no podía moverse.

Y a pesar de que permaneció un tiempo observando al individuo, tuvo que darse la vuelta, donde se encontraba el café, y por primera vez en su vida detestaba hacerlo. Porque al voltearse de nuevo, la campanita de la puerta sonó, se ha ido.

—¿Ya tienes cita para el baile, Cher?—pregunto Marie mientras colocaba las tazas sucias en su lugar.

—¿El baile?...oh eso, no, no tengo pareja.

Cheryl perdió la noción del tiempo mientras miraba al chico de la chaqueta azul caminando del otro lado del parque, el cual le pareció algo conocido ¿al cliente del día anterior?, y se acercó sin importar que estaba un cliente en la mesa que da al ventanal, la mesa uno. Interrumpió a Marie, la cual le hablaba sobre lo maravilloso que pintaba el baile de ignauración de los últimos días del año.

—No es necesario que me cuentes los detalles que sabes acerca del baile, no tengo ánimos de ir. Tengo muchas cosas que hacer.

—Vamos, Cher. Siempre tienes muchas cosas que hacer, a tu abuela le encantaría que siguieras viniendo a estas cosas de la temporada.

Cheryl sonríe a medias, pero sabe que está en un momento crucial para obtener esa vacante en la oficina postal. Y sonríe a medias cuando espera a que Marie y Bianca desaparezcan de su vista, después de haberse despedido. Al parecer Marie se ha quedado con Jason en su apartamento y Bianca está esperando un taxi. Cheryl decide dejar su auto al lado de la oficina postal y camina unos cuantos metros para estar en la entrada.

Un Matthew algo apresurado camina hasta donde ella se encuentra y Cheryl frunce el ceño.

—¿En dónde vivirá?

—Un buenas noches no estaría nada mal, Cher— «Carajo, lo he dicho en voz alta» pensó Cheryl mientras abre sus ojos—, ¿así te llama medio pueblo, no?

Ni siquiera había caído en cuenta de que la había llamado por su apodo— ¿cómo sabes eso?

—Sé cosas niña. Y yo vivo algo lejos de aquí, tomo un bus para tu información.

—Yo también vivo lejos y no aparentas ser alguien que tome un bus, a juzgar por los zapatos tan formales, el reloj y entre otras cosas— masculle sin guardarse nada—, sin ofender. No creas que soy una loca que juzga solo por lo que la gente carga puesto.

Cheryl sostiene su respuesta, ya que Matthew venia apresurado cruzando el parque. El mientras tanto sonríe forzado, Matthew sabe que ella tenía razón, nunca subiría a ese transporte público. 

Dos turnos doblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora