Con el nuevo turno extra, además de los sentimientos que la hacen repetirse una y otra vez que la navidad está en el corazón, presentía que pasaría toda la vida encerrada en ese cafetería. Su mente no paraba de planear la idea de vender su casa para mudarse a uno de los lujos apartamentos del edificio donde se encontraba la cafetería ¡Solo tendría que bajar un par de escalones para estar en el trabajo!
Y se detuvo justo al saber que ni estando de esclava, ni vendiendo todos los muebles lograría pagar uno de estos, sintiéndose directamente como un balde de hielo o tal vez se trataba del líquido frió que sintió en su ropa y luego el olor de café esparciéndose, Bianca acaba de tropezar con Cheryl y boto la orden para llevar del chico de la chaqueta azul.
Luego de realizar lo que Cheryl considera matar dos pájaros de un tiro: 1. Apoyar a un amigo, 2.realizar un turno extra, alias dinero extra. Ayuda a Bianca a limpiar y ordenar mesas, mientras Marie se encuentra realizando el corte de caja de ese turno, observa el edificio de la oficina postal, no podía olvidar ninguno de los hechos extraños que había pasado hace ya un par de días. Visualiza un pequeño destello que atraviesa la puerta de ese edificio. Lo vuelve a observar y se acerca al vidrio del local.
—Hey, Cher, ¿estás bien?— pregunta Bianca acercándose para observar que es lo que tiene tan entretenida a la chica. Cheryl niega y continua limpiando la mesa uno.
Marie chilla mientras lee algo en su celular—. Me acaba de invitar a salir—toma una bocanada de aire—, Jason.
—¿El chico de 503 B?— pregunta Bianca mientras suelta el trapo y se acerca a Marie con la mano en la cintura.
—¿Chico?, diablos, te lleva casi 14 años— ríe Cheryl—. Me parece muy amable que el SEÑOR Jason, te haya invitado a tomar el té y luego jugar bingo.
—Oye, el señor duerme muchísimo más tarde que la hora que termina el bingo— reclama Marie tomando en sus mejillas un tono rosa. Bianca y Cheryl ruedan los ojos.
Lo de la siguiente noche, la tomo tanto del pelo como lo de Marie y Jason, uno de los solteros más codiciados del pueblo. Mientras tomaba una taza de café esperando a que los últimos clientes salgan de la cafetería. Observa a un chico alto salir del edificio de la oficina postal, ¿Quién podía estar a esta hora adentro de la oficina postal?, ¿Patrick? Patrick es un hombre de estatura media, ¿la parca?
Pensándolo por un pequeño instante, el señor Donald no ha ido a tomar su correspondiente café o chocolate por las tardes. Voltea hacia donde se encuentra Marie, en la caja y observa a Bianca que no le quita los ojos de encima al chico de la mesa cuatro. Les indica que tomara un descanso de diez minutos, así que camina hacia el otro lado del parque, que ya se encuentra decorado con luces por doquier.
Se asoma por las ventanas del edificio y no logra ver nada, pues hay niebla en las mismas, intenta retirar un poco con sus manos, pero se le congelan. Las ventanas están terriblemente frías. El edificio está cerrado y lo único creíble en ese momento era que la calefacción de ese lugar ya no servía, claro era un lugar histórico.
Los siguientes dos días no son para nada sospechosos, aunque anda como un gato estresado observando a cada que puede por la ventana. Louis le da a beber una taza de chocolate a cada momento, pero ni eso la logra calmar. Tanto que casi pierda una orden, al chocar con un torso cubierto con una chaqueta azul.
—Disculpe—ladea su sonrisa, mientras se aleja corriendo y corre hasta detrás de la barra.
—Ese es el chico nuevo de los apartamentos—habla Marie tomando una taza llena de café y colocándola en la bandeja—, acaba de venir hace un par de días, parece que viene de la cuidad.
—Los citadinos son los peores—saca la lengua Louis—, se creen mejores que uno.
—Pero parecen ser los únicos en lograr pagar los apartamentos de arriba—señala Cheryl el techo.
Cheryl sabía que en unos días sus noches de vigilancia acabarían y no tendría ninguna excusa para quedarse en la cafetería más tarde. Observaba de nuevo el ventanal mientras Bianca y Marie levantan las últimas tazas.
—Bianca...Marie—pronuncia en un susurro—. Creo que hay alguien en la oficina postal.
—Que va, todo se ve muy bien— menciona Bianca mientras se aleja del ventanal.
—De seguro es la cantidad de chocolate que Louis me ha dado durante estos días—asegura sin estar para nada convencida—, me ha dado cantidades descomunales.
Decide caminar hasta aquel lugar, dejando a Bianca y Marie limpiando y llega hasta la puerta, la cual está cerrada, ¡Cerrada! Cheryl la vio abrirse de par en par, perdiendo la cabeza y bajándola de la decepción, percibe que su bota esta fría.
—¿Nieve?
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Dos turnos dobles
Teen FictionCreyendo que trabajar en la cafetería es lo más divertido que hay en la vida, Cheryl esconde su deseo. Perdida desde el momento en que su abuela murió, ella lo único que pide a gritos es conseguir trabajos extras para evitar las dos peores cosas: pe...