Cheryl estaba ansiosa y no se movía de la mesa uno

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Cheryl estaba ansiosa y no se movía de la mesa uno. Tendría que haber una clase de señal, ¿no?

—Oye Cher, te aprecio mucho— Bianca inicio como si fuera a dar un discurso de ¿despedida? Cheryl voltea asustada—, pero qué tal si nos ayudas a poner este árbol.

Cheryl sonríe a medias y se acerca a ellas que se encuentran batallando con las luces. Y no es que fuera un tanto tarde para decorar, al contrario apenas en unos días sería acción de gracias, pero el dueño del lugar, el señor Robert, prefirió adelantarse un poco a ello. El local lucía interesante, con las luces en los ventanales, un árbol en una esquina y todavía con las guirnaldas de hojas secas y algunas calabazas por el tema otoñal.

Decide acercarse al edificio, temía que por ayudar a instalar el árbol hubiera perdido el tiempo y la posible vacante, de seguro llegar tarde no era una buena idea en tu primer día. Se asoma tras las ventanas e intenta abrir la puerta, cerrado.

—Cheryl, solo tenías que hacer una cosa bien— sopla un mechón que se le vino a la frente.

—Hola, perdedora—saluda Matthew tomando asiento al lado de ella.

—Hey, ¿vienes tarde?

—Tú has venido temprano—la mira mal, por un momento había sonado amable, si no fuera por su expresión. Una terrible correntada de aire frio aparece y luego Matthew se levanta y se asoma a la puerta—, ves.

Cheryl corre subiendo las escaleras, no se permitiría entrar de último para no parecer que llega tarde, así que sin siquiera ver hacia adentro, gira la perilla y entra acelerada. Arwen la observa impactada y luego coloca su típica cara amargada.

—El día de hoy harán la tarea más básica de este lugar—Cheryl y Matthew la acompañan hasta un par de escritorios—, irán a la cocina y servirán chocolate, rompope y galletas a todos los empleados.

—¿No vamos a tocar las cartas?—consulta Matthew. Arwen niega.

—No, ¿ustedes creen que tocarían las cartas, sin siquiera conocerlos en persona?— ríe con sarcasmo—, una cosa es lo que dice su archivo y su comportamiento a lo largo de este año y otra totalmente distinta es la manera en que se desenvuelven en el lugar.

Cheryl suspira, con esto serían dos turnos dobles sirviendo algo a los demás y no le molestaba, pero sentía que seguía haciendo lo mismo de siempre, «pero oye Cheryl, trabajar en la cafetería, sirviendo café es lo más divertido del mundo», cierra los ojos con fuerza, «idiota», se grita internamente.

El que parecía asustado era Matthew, le temblaba la bandeja mientras trataba de no tropezar con ningún elfo. Cheryl bailaba alrededor de ellos, claro la práctica que había obtenido en el café la ayudo a no perder ni un solo rompope.

Conoció a muchos de ellos, que le comentaban cuantos años llegaban trabajando en ello y quedo sorprendida al saber que era desde antes de que se supiera la existencia de este ser, llamado ahora Santa Claus.

Al salir Matthew se despide un poco avergonzado de que hasta los pelos de su cabello temblaran y que casi no logro todo lo que había logrado Cheryl, lo cual a ella le pareció que ganaba una hermosa y gran ventaja.

Lo terrible no fue haber tenido que sobrevivir a los dos turnos dobles del día anterior, sino la ligera y terrible resaca por tomar una que otra copa mientras charlaba y repartía. Se vuelve a tirar entre sus almohadas. Era un rompope un tanto fuerte para ella, o cualquier humano en esta tierra. Y no pudo evitar volver a sentir esa pequeña victoria contra su contrincante, el idiota de Matthew.

Aunque, luego se le fue el sentimiento cuando tomaba una ducha y recordó que bebió, lo cual no era nada ético, ni profesional. Matthew no lo hizo, apenas y lograba llevar las copas llenas.

—Rayos, estamos empatados.

Dos turnos doblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora