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Los días pasaron rápido y solo faltaban algunas horas para la gran esperada cena de navidad, la cual Ten fue invitado por Taeyong y su hijo Mark.

En el ambiente se podía percibir los cantos de villancicos y el olor a chocolate caliente. El frío aún continuaba invadiendo la ciudad y ocasionando que los cabellos oscuros y brillantes del tailandés danzaban conforme al viento pasaba por su rostro.

Ten iba vestido con unos jeans negros, un suéter color crema y un abrigo color vino, y no olvidar sus zapatos brillantes de charol, que lo hacían lucir muy elegante, aunque prefiere más la ropa casual, la situación ameritaba verse bien. Ya que quería resaltar en los ojos de aquel chico que le hacia tener un huracán de emociones en su corazón.

A paso lento, llegó a la casa de Taeyong y su pequeño, que desprendía un olor a pavo desde adentro. Así que sin pensarlo mucho ni prestarle atención a sus nervios, que hacían a sus piernas sentir como si de gelatina estuvieran hechas, tocó la puerta y esperó a que alguien abriera la gran puerta de madera oscura y rústica.

Taeyong, que estaba cocinando y al mismo tiempo tratando de ordenar y ayudar a Mark con sus zapatos, escuchó la puerta y decidió ir a abrir para ver de quien se trataba. Al girar la perilla y abrir la puerta, vio aquella imagen tan linda de Ten, a la persona que estaba esperando, jugando con sus dedos y observando los copos caer desde la entrada de la casa.

-hola Ten ¡Feliz navidad!-saludó el mayor regalándole una sonrisa al chico de cabellos negros.

-hola Tae ¿cómo estas? ¡feliz navidad a ti también!- muy educado respondió el tailandés devolviéndole una sonrisa, que mostraban sus blanquecinos dientes. Provocando una sonrisa boba en el rostro del mayor.

-muy bien ¿quieres pasar?

-claro-respondió mientras Lee le daba espacio a Ten para que se adentrará a la casa. Todo el interior de esta estaba perfectamente decorada dr manera elegante y muy navideña, aunque Ten desconociera mucho de esta celebración, le estaba comenzando a gustar.

-la cena ya esta lista, ¿si gustas pasas a la mesa?-Ten asintió amablemente mientras que el castaño cerraba la puerta y comenzó a caminar guiando al otro chico.

-está bien.

Una vez que los tres estuvieron sentados en la mesa, se dedicaron a degustar la deliciosa cena preparada por el castaño.

-esta deliciosa la cena, Tae-exclamó el menor llevando otra cucharada de pavo a su boca.

-no es por presumir...pero soy el mejor chef de Corea-dijo el mayor moviendo sus cejas juguetonamente. A lo que Ten, no pido evitar reírse.

A Ten le gustaba mucho la personalidad tan cálida y divertida que tenía Lee, le encantaban los malos chistes que contaba y las expresiones tan chistosas en su rostro, era como un niño en el cuerpo de un adulto. Aunque, en ciertos casos se comportara como un adulto, pero era tierno.

-pero tu eres doctor, no chef-recalcó Chittaphon mientras trataba de ocultar su risa para no burlarse de su mayor.

-es mi profesión oculta, cariño-Taeyong exclamó haciendo que el peli negro se sonrojara debido a que le llamó "cariño" eso ocasionó que el corazón de Ten palpitara velozmente y sus manos comenzaran a sudar.

-papi, ya terminé de cenar ¿puedo abrir mi obsequio?-preguntó el menor de la casa mientras miraba a su padre con unos ojitos de perrito, bien brillantes y tiernos.

-bueno...lleva a Ten contigo ¿si?- el menor solo asintió mientras tomaba al tailandés de la mano y lo llevaba hasta el salón principal, en el cual estuvo algunos días atrás.

Ambos tomaron asiento en el gran sofá oscuro de cuero. El pequeño tenía en sus manos aquella caja de múltiples colores y la trataba de abrir, haciendo que Ten se enterneciera de la linda imagen del niño tratando de abrir su obsequio.

Chittaphon nunca pudo apreciar lo que se sentía celebrar navidad, nunca pudo abrir un obsequio ya que sus padres no celebraban dicha festividad con él, y si sus padres le daban un obsequio era únicamente en su cumpleaños, así eran los Señores Leechaiyapornkul, aunque Ten tuviera una gran casa, miles de juguetes o muchas cosas materiales, nunca pudo tener la calidez de un hogar feliz en su corazón y eso lo ponía triste.

-¿crees que Mark ocupe ayuda para abrir el obsequio?-preguntó el mayor entrando a la sala y toma asiento al lado de Ten el cual no lo dejaba de observar.

-no lo creo-dijo muy seguro pero muy nervioso al sentir la cercanía del mayor, ya que el espacio que había al lado de Ten era muy pequeño y quedaron muy juntos. Y el mayor pasó disimuladamente, mientras el otro hablaba, su brazo por los hombros de Ten, el cual se sonrojó hasta las orejas y su cuerpo comenzaba a temblar de los nervios.

-sabes...yo te compré un obsequio-dijo rascando su nuca en modo de nervios-es que...quiero que tu primera navidad sea especial-explicó mientras le daba una pequeña caja de color rojo con un moño dorado en la cara superior de esta.

-no debías molestarte...además no puedo aceptarlo, yo no les compre ningún obsequio a ustedes.

-eso es lo de menos...con tu compañía es más que suficiente-el castaño le regaló una tierna sonrisa haciendo al chivo que estaba a su lado derretirse por dentro.

-gracias por todo esto, Tae-dijo mientras abrazaba al mayor, el cual no tardó en corresponder al cálido abrazo que le regaló el tailandés. Ten estaba realmente agradecido con el castaño no solo por celebrar con él navidad, sino que lo hizo sentir una linda calidez en su corazón, es que sus padres nunca le dieron.

Lee sabía que Ten era el mejor obsequio que pudo tener en la vida. Le gustaba tanto ese chico de piel ligeramente bronceada, no solo por lo lindo que era físicamente, sino que su linda personalidad y su manera de expresar sus emociones lo hacía tan jodidamente perfecto. Que, hasta ha llegado a pensar, que Ten nuca le daría una oportunidad de cuidar su corazón ni de saber los secretos de su corazón.

-sabes que esto lo hago porque eres muy especial para mi-dijo con honestidad en cada una de sus palabras y en su voz tan relajante que hacen a los oídos de Ten sonreír.

Ten iba a responder pero la puerta sono en es instante, haciendo que sus palabras se quedaran guardadas en su boca. Era Taeil y su novio, Johnny, los que entraron por la puerta.

-hola Tenni-dijo el ahora peli rojo que los abrazaba como un oso. También llenaba de besos las mejillas rellenas de Ten

-hola Taeil ¿me extrañaste?-bromeó el tailandés haciendo a su hyung sonreír y revolver su cabello.

-sabes que si...te presento a Johnny, o mejor conocido como el amor de mi vida-dijo el peli rojo tomando la mano de aquel chico alto tal cual edificio, con un cabellos café oscuro y unos labios finos.

-mucho gusto-habló el peli negro dándole un saludo de mano al chico alto.

-el gusto es mío-respondió el alto con una sonrisa un tanto coqueta, según Ten. Para tener a su novio al lado, John se estaba pasando de pica flor con él o eso era lo que pensó Chittaphon al sentir la mirada de el alto que no la despegaba ni un segundo de él.

-chicos, la cena está servida-llamó el anfitrión al los dos chicos que conversaban con Ten. El peli rojo y el estadounidense asintieron y caminaron hasta la cocina tomados de las manos.

Lee pudo notar las miradas que le lanzaba el novio de su mejor amigo al chico que tanto le gustaba y que le gustaría que fuera suyo pero pensar en eso le aterraba, ya que estaba seguro que Ten se alejaría de el si supiera de sus sentimientos hacia él.

Y en aquella caja de color rojo se encontraba algo que le ayudaría a dar un paso para tener el corazón de Ten. O eso era lo que esperaba, que Ten al abrir esa caja aceptara lo que había en esta. Y es que lo amaba como ninguna persona tenía idea.





 𝖨𝗇𝗍𝗋𝗈𝖽𝗎𝖼𝖾 𝗆𝖾 𝖺 𝗀𝗈𝗈𝖽 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇 | 𝗧𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora