Capítulo 4

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Después del gran destrozo generado por los grupos de Midoriya y Bakugou, y el limpísimo encuentro entre los grupos de Todoroki, el muchacho de cabello bicolor, y Oijiro, por fin era tu turno.
Mientras Sato y Kirishima se adelantaban para esconder el arma, tú le explicaste tu idea al chico eléctrico. Al terminar su diálogo, él elevó los pulgares y te sonrió confianzudo (con un pequeño e infaltable toque coqueto), como queriendo asegurarte que todo saldría genial. Asentiste con una expresión seria, lista para saltar a la acción, mientras eras completamente ajena a lo preocupado que estaba tu compañero al no entender ni una palabra de lo que habías dicho.

"Estoy frito" , pensó el rubio, sudando frío.

Abriste y cerraste tus puños con determinación, y cuando la alarma de inicio sonó, corriste cautelosa y ágilmente hacia el interior del edificio. Tu compañero te siguió torpemente, intentando pensar algo con que compensarte si las cosas salían mal. ¿Quizás un helado?
Revisaron cada cuarto de cada piso, acabando por fin en el pasillo final del último piso. Al acercarse, comenzaste a oír las voces de los "villanos", murmurando cosas inentendibles sobre su falta de estrategia.
Unos metros antes de que puedas entrar, tu compañero aceleró, pateó la puerta y liberó toda la energía que podía, en un intento de colaborar, cosa que no era parte de tu plan.

Ya que el quirk de Denki no podía ser dirigido voluntariamente, te viste forzada a detener tu andar y esperar a que la descarga eléctrica terminara para no hacerte daño.
La sobrecarga de electricidad hizo explotar los cables y las luces del edificio, y cuando todo el humo se dispersó, pudiste ver a un decaído y atontado Kaminari, atrapado entre un caño de acero y a Rikido parado frente a él.

-¡A la mierda la estrategia!- clamaste, corriendo valientemente hacia Sato a la vez que desabrochabas los cinturones de tu traje. Le lanzaste varios, manteniendo la punta de estos en tu mano y usando la palma en contacto de tu mano para aplicar tu kosei, causando que los cinturones se enredaran alrededor de la musculatura del contrario y se contrajeran para dejarlo atrapado. Pasaste corriendo a su lado para ingresar al cuarto del arma, en el que Kirishima te esperaba impaciente por combatir. Al verte, endureció todo su cuerpo y se lanzó a atacarte. Tú esquivabas con relativa facilidad, ya que tu cuerpo al ser más pequeño, era también más rápido y ágil. Usaste tus cinturones para atraparlo y corriste hacia el arma con tu mano extendida frente a ti. El pelirrojo corrió con sus brazos atados a su torso y te empujó lejos de tu objetivo. Los cinturones se aflojaron y Eijiro pudo librarse de las ataduras. Se enroscaron en un combate cuerpo a cuerpo de nuevo, hasta que el ruido del cuero rompiéndose te hizo dirigir tu mirada a Rikido, quien ya libre, corrió hacia ti y te dio un golpe que te mandó a volar por la ventana.

El ojirubí se lanzó a tu rescate. Saltó tras de ti y al alcanzarte en el aire, te tomó por la cintura, abrazándote fuertemente a la vez que giraba sobre sí mismo para recibir el impacto contra el suelo en tu lugar.
La alarma que indicaba el fin del encuentro retumbó en los oídos de ambos, y luego la voz del grandísimo símbolo de la paz:

-¡Los héroes ganan al destruir el arma!

Comentaste a reir bajo la confundida mirada de Eijiro, quién aún te sostenía en su pecho y sentía tu risa chocar contra su cuello.
No ibas a explicárselo, pero cuando pasaste volando junto al arma por el golpe de Sato, rozaste tu palma contra la superficie metálica del arma, la cual se contrajo y acabo aplastada y destruida.
Tus manos dolían ya que los músculos de las mismas se negaban a extenderse. Estabas acalambrada, pero aún así te lanzaste a la izquierda, junto a tu vecino, y continuaste riendo. Se sentía bien reír, no con arrogancia, sino con algo más.
Al procesar un poco la situación, Kirishima te sonrió, como siempre, enternecido, y apreció lo mucho que se iluminaba tu rostro cuando no ponías muecas de disgusto.

𝑴𝒊 𝑽𝒆𝒄𝒊𝒏𝒐 𝑷𝒆𝒍𝒊𝒓𝒓𝒐𝒋𝒐 ❥︎ Eijiro Kirishima x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora