Día 1: Besos sabor chocolate

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Prompt: "Chocolate/Villancicos"
Pareja: JayDick

 

  Gotham resultaba preciosa de noche.

   Postrada a sus pies ella se alzaba imperiosa bajo la cúpula estrellada, vehemente incluso en sus voluptuosas maneras; jamás rogando por un poco de atención sino demandándola, tomándola con una fuerza que parecía ser arrancada del alma misma de aquel que la contemplaba. Ella brillaba altanera además. Cada calle, cada edificio, cada puente o vía deslumbraba por la delicadeza en sus detalles más minúsculos; como si hubiese sido tallada de la mano del más habilidoso artesano, y con tanto esmero y adoración además, que resultaba imposible ignorar la portentosa belleza de su titánica arquitectura. Tan clásica y elegante y, aun así, moderna en los avances con las que se auspiciaba al mundo.

   Estirada allí, en la vastedad de sus límites, ella descansaba indiferente a la podredumbre que manaba de su seno e inmisericorde por los desdichados que habitaban su suelo. Los vapores de su propia inmundicia se levantaban como un miasma de cada sombrío recodo, reclamando las solitarias y, a su vez, abarrotadas calles de cemento de la laberíntica metrópoli. La sangre del incauto se desparramaba sobre el pavimento, la basura acumulada de días se apretujaba en los contenedores olvidados y las ratas y otras inmundicias se arrastraban en las sombras.

   Jason nunca pudo comprender aquella ambivalencia. Aquella dualidad encarnada en un solo ente, por más imponente que este fuera. No creía posible la existencia de un esplendor tan grotesco, de una magnificencia tan corrupta y solemne.

   Gotham era un diamante sumido en las podridas aguas de una ciénaga. Su superficie aún intacta y primorosa, desapacible en su pausado naufragio hacia la insondable oscuridad que aguardaba al fondo, muy por debajo de ella, y aun así acariciándola con sus macilentas manos.

   Quizá aquella era la razón por la que Batman la amaba tanto.

   Quizá por ello él tampoco lograba comprender a su mentor después de tantos años juntos. Y realmente, no creía que lograría comprenderle jamás...

   Por el rabillo del ojo vislumbró entonces una figura que emergía de las sombras a su espalda. Su postura se relajó al fin cuando reconoció al intruso quien se sentó a su lado en la cornisa, sus piernas pendiendo sobre el precipicio que había debajo. Jason suspiró un tanto irritado por la interrupción aunque se vio incapaz de deshacerse por completo de la cálida sensación que acometió a su pecho por verlo allí acompañándolo.

   Richard pataleó distraído por un tiempo, no atreviéndose a pronunciar palabra. Su mano derecha, en cambio, tanteó con cierta timidez el concreto hasta que dio con la suya. Jason la tomó sin rechistar, entrelazando sus dedos al instante más reconfortado ahora por su presencia.

   Tras una larga pausa, el mayor habló:

—Sea cual sea la razón por la cual estás tan molesto, espero sepas que puedes hablar conmigo cuando desees hacerlo —le propinó un ligero apretón, sus dedos acariciando su piel con ternura—. Claro, cuando estés listo.

   En los labios del forajido se dibujó una trémula sonrisa.

—Gracias... —musitó. No se creyó capaz de agregar algo más.

   Tragó grueso y sus ojos se pasearon por la ciudad con renovada energía, intentando con cierto desespero retomar el hilo de sus pensamientos y haciendo un esfuerzo por ignorar el ardor en su mirada. Pestañeó con rapidez entonces, deseando deshacerse de todo rastro de lágrimas que pudiera persistir tras su silencioso y solitario llanto mas no pudo hacerlo. Giró el rostro y se las enjugó con el dorso de su mano libre mientras Richard le rodeaba por la cintura y se aferraba con fiereza a él.

12 días de Navidad || JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora