Día 12: Juramento

427 26 14
                                    

Prompt: "Libre"
Pareja: JayDick





     La botella se resbaló de sus dedos y se estrelló contra el suelo de su alcoba con un sonoro estrépito. Los cristales salieron volando, expandiéndose como una lluvia de brillantes hojuelas sobre la madera cubierta de polvo, basura y cenizas. Una figura se removió inquieta sobre el sillón en el que se encontraba acurrucado, su sueño perturbado para ese momento bajo el asedio de gritos y exclamaciones enervadas de sus vecinos, o la música intolerablemente excesiva de una discoteca a media calle de su morada. El bulto bajo las mantas susurró indignado un par de maldiciones, dispuesto sin duda a volver a conciliar el sueño. Se rindió tan pronto como la discusión que se llevaba a cabo en el burdel del frente estalló con renovada energía, los improperios prorrumpidos a vivo pulmón y el familiar estallido de unos cristales repitiéndose en aquella noche marchita, obligándolo entonces a incorporarse de su pequeño refugio.

    La silueta de un muchacho se recortó a través de la lumbre que proyectaba una ventana, la única en aquella mustia habitación que no se encontraba obstruida por gruesos tablones de madera y desde la cual solía detenerse para contemplar las castigadas calles del East End. El joven suspiró abatido y, con agobiante lentitud, prácticamente se arrastró con el fin de buscar otra botella de licor barato.

    En un recóndito lugar de su mente sabía que no podía seguir así. Tenía que levantarse. Debía continuar. Y, en cambio, sus fuerzas se hubieron desvanecido desde el instante mismo en el que él desapareció de su vida.

    Perdido en acción. Aquellas habían sido las palabras exactas. Y cada vez que las recordaba algo se desgarraba en su corazón, despedazado sin embargo para entonces por la súbita pérdida, por el acuciante dolor en su pecho, por sus lágrimas y sus maldiciones y su pena. Una pena que lo consumía, en cuerpo y alma, hasta sentirse desaparecer también.

    No había rastro de Richard. Su ave azul parecía haberse evaporado de la noche a la mañana y ya no se creía capaz de soportar un día más sin él. Sin su melodiosa sonrisa, sus inoportunos chistes y la candidez con la que se desenvolvía. Con aquella luz que parecía brotar de él cada vez que entraba a alguna habitación y la voracidad con la que sus ojos le buscaban. Lo extrañaba tanto... tanto...

    Jason se detuvo y un lastimoso quejido emergió de sus labios. Miró la botella que había encontrado en una de sus repisas, la etiqueta negra emborronándose frente a sus ojos bajo el peso de sus lágrimas contenidas. Lloriqueó agotado y un nuevo acceso de rabia lo acometió de pronto, exaltado por su propia impotencia y la creciente sensación de inutilidad con la que se escarmentaba cada día. Todos los días desde su fortuita desaparición.

    Batman no había podido encontrarlo. Él no había podido encontrarlo. Desesperado había pedido ayuda a la Liga de la Justica, los Titanes, quién fuera. Y nada. Nadie había encontrado nada. Ni tan siquiera un indicio.

    Había desaparecido como si fuese un fantasma. Jason se preguntaba en vano si quizá no lo fuera. Si quizá él habría enloquecido hacia tanto, sucumbido por fin a los arrebatos de su mente largo tiempo trastornada y lo habría imaginado todo. Los besos, las caricias, las comedidas muestras de afecto y las confesiones bajo la luz de las estrellas. Pensaba que tal vez hasta habría inventado su voz, aquella hermosa voz que le cantaba en los momentos más inesperados, que le dedicaba tiernas palabras de amor y que inflamaba sus pasiones las noches en las que lo disfrutaba bajo su cuerpo, enredado bajo sus sábanas y suspirando su nombre entre gemidos y besos acalorados. Y su cabello, tan suave y espeso. Casi podía verlo si cerraba sus ojos. Solía enroscarse alrededor de sus orejas y también en su nuca. A él le encantaba que le acariciaran allí mientras le besaba.

12 días de Navidad || JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora