008| Día 1: Confusión y alegría

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🎶 Entraste como un rayo de luz, como un aire encantado, liberaste con tu hechizo a mi recluso corazón 🎶

🔱 ¿Qué hago yo?

Cuando pudo respirar en tierra se sintió aliviado. Por un segundo creyó que moriría ahogado. Desventaja de ser humano, suponía.

Necesitó unos segundos para ser ayudado y sentarse sobre una roca, tomando sus piernas con sorpresa y una gran sonrisa.

Por su parte, Sebastián, Andrina, Flounder y Attina veían a Ariel con terror, no sabiendo cómo reaccionar.

—Esto es malo, muy malo. —Comenzó Sebastián angustiado—. Cuando el rey se entere de que su único hijo ha hecho esto. —Se congeló, aterrado por las posibilidades. Tomó a Flounder y le vio a los ojos, paranoico—. ¡El rey me mandará matar por no haberlo cuidado!

—Sebastián, no es a ti al que va a matar, papá nos pidió a nosotras protegerlo y...—comenzó Attina preocupada, viendo como su hermano parecía maravillado, moviendo las piernas aún sentado—. No creo que quieras ir con la bruja a qué te devuelva tu voz, ¿cierto, Ariel?

El chico le vio sin comprender, negando rápidamente en un intento de darse a entender. Andrina suspiró decaída.

—No puedo hacer chistes de esto. Es muy serio.

Los cuatro le vieron entre sorprendidos y serios. Andrina jamás se quedaba sin chistes para la ocasión.

En un intento por aligerar el ambiente Ariel intentó ponerse de pie en la arena, cayendo de inmediato con una mueca de dolor.

"Demonios, duele demasiado". Se sentó como pudo en la arena, tomando sus piernas con delicadeza. Sentado no le dolía nada. Volvió a intentar ponerse de pie, sintiendo con claridad como si le encajaran mil cuchillos en sus piernas por completo. "No exageraba cuando dijo que me sentiría así". Al inicio sus pies estaban chuecos, pero al cabo de unos segundos pudo ponerse de pie sin problema, sonriendo para ver a sus hermanas y amigos, aunque estos más bien parecían al borde del colapso.

—Ariel, sabes que padre estará furioso cuando se entere, ¿verdad? —Se atrevió a preguntar Attina, logrando que Ariel negara con aún más efusividad, poniéndose de rodillas frente a su hermana y tomando sus manos entre las suyas—. Me estás pidiendo que me mantenga callada, ¿cierto? —Suspiró al ver la afirmativa de Ariel, casi llorando—. Bien. No diremos nada, pero asegúrate de cumplir con el trato de la bruja. No deseo perderte, hermanito.

—¡Pero princesa! —Sebastián se exaltó al oír aquello, siendo detenido por una seña de Andrina, la cual miraba a sus hermanos con neutralidad.

La castaña mordió su labio inferior, pensando en opciones para lograr que el hombre se enamorara de su hermano, cuando Scuttle llegó al lugar, saludando.

—Oh, ¡mira lo que trajo el mar! ¡Ariel! Te noto diferente. —Se paró sobre las rodillas del chico, pues se había sentado—. Oh, ¡ya sé! Has usado el cachivache, ¿cierto? —Ariel sonrió, negando ante la teoría de su emplumado amigo—. Oh, entonces déjame adivi...

—Es que estás ciego, ave?! Tiene piernas! Ariel ha hecho un trato con la bruja del mar! —Explotó el crustáceo, viendo como Ariel dejaba a Scuttle en la roca e intentaba ponerse de pie, cayendo con una mueca de dolor.

—Ariel, deberías dejar de intentarlo...—Sugirió Attina con tristeza, sintiéndose peor al ver que persistía con ponerse de pie.

Una vez de pie intentó caminar, tropezando y cayendo durante algunos minutos mientras sus amigos pensaban en como regresar al príncipe y futuro rey de la Atlántica a su estado natural y auténtico. Cuando por fin pudo caminar no avanzó más de dos metros, cayendo de lado y comenzando a llorar, tomando sus pies.

𝚃𝚑𝚎 𝙻𝚒𝚝𝚝𝚕𝚎 𝙼𝚎𝚛𝚖𝚊𝚒𝚍 [𝙳𝚢𝚕𝚖𝚊𝚜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora