Capítulo 7

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En la actualidad...

Miro distraída el anillo que adorna mi dedo anular y me lo quito para leer la inscripción que hay dentro de él. Nuestros nombres. Es verdad que nuestra boda no fue la de ensueño, pero me dio completamente igual. Me sentía tan feliz en aquel momento, que no me importó no llevar un vestido blanco ni contar con decenas de invitados. Aunque sí me apenó que mis padres no estuvieran ahí conmigo.

Vuelvo a colocármelo y comienzo a mirar varios expedientes que tengo. Aún sigo trabajando como MIR, aunque en menos de dos años por fin seré doctora de verdad. Esta carrera es larguísima, pero me apasiona. Me encanta, sobre todo la rama que he escogido. Obstetricia. Aunque la gente lo conoce comúnmente como matronería. Traer vidas a este mundo es una sensación única y ver a las nuevas madres cogiendo a su bebé por primera vez, me llena. Aunque no todo es bueno. Muchas veces salgo del trabajo llorando porque algo se ha complicado. Sé que debo acostumbrarme, pero no puedo. Me afectan muchísimo estas cosas. Ver los rostros llenos de dolor de padres que han perdido a su bebé o que ha nacido con alguna complicación. Todas las madres esperan que su bebé sea perfecto, pero por desgracia, no todas consiguen que sea así. Pienso en Alice. Ethan y yo tuvimos muchísima suerte con ella. Es maravillosa.

Me levanto de la silla para tirar el vaso de plástico del café, pero antes de llegar a la papelera, siento un dolor muy fuerte en la zona abdominal. Emito un leve gemido lastimero y llevo la mano a esa zona. Caigo al suelo puesto que mis piernas no sostienen mi peso por culpa de este intenso dolor. No sé qué me está pasando, pero el miedo empieza a invadirme. Aprieto la mandíbula y cierro los ojos para no gritar, pero no puedo evitarlo y mi grito pone en alerta a mis compañeros que vienen a socorrerme.

— Tranquila, Ciara. —Intenta calmarme Laura como si supiera ya qué me pasa.

Abro los ojos llenos de lágrimas y compruebo que mi pantalón blanco del uniforme está lleno de sangre. Me asusto y comienzo a negar con la cabeza. Es imposible que aquello sea lo que estoy pensando.

— No...no...no... —Sollozo.

— Ciara, intenta calmarte, ¿vale? Sabes que es lo mejor en casos como este. —Me dice intentando tranquilizarme sin conseguirlo.

Sé muy bien qué está pasando. Intento ser positiva y pensar que solo es una amenaza, pero con todo lo que estoy viviendo estos días, positividad es lo que menos me queda.

— Yo no... yo no... creía que solo era una falta más...

— Puede que solo sea un susto. —Me toca el pelo y pide a un celador que me lleve a observación.

El dolor va aumentando y creo que me voy a desmayar en cualquier momento, pero me obligo a no hacerlo y a respirar, sobre todo para calmarme. Lo primero que pienso es llamar a Ethan. Le necesito a mi lado, que me coja de la mano y me diga algo para no sentirme culpable. Si me hubiera hecho el test... me habría preocupado más por mi salud.

Pero y aunque lo necesite, si finalmente decido separar nuestros caminos, debo acostumbrarme a pasar por estas duras situaciones yo sola.

Pienso en llamar a mis amigas o a mis padres, pero no quiero preocuparles y complicar con esto la situación más de lo que ya está. Me hacen diferentes pruebas e intento deducir algo por sus caras, pero me conocen y mientras me atienden, ponen cara de póker. Mi cuerpo tiembla. Estoy muerta de miedo y nadie está a mi lado por la decisión que he tomado.

Mis compañeras me han preguntado si quería que ellas llamaran a mi marido, pero les he dicho, o más bien ordenado, que no lo hicieran. Ellas no saben este tiempo que nos estamos tomando. Al menos yo necesito saber si esta vez sus disculpas van en serio, o si por el contario, volverá a dejarnos de lado cuando esos tíos le llenen de nuevo la cabeza de ideas adolescentes.

Dos horas después, veo a Laura entrar y se sienta en el filo de aquella incómoda cama. Conozco sus gestos y esa medio sonrisa me indica que ya no hay nada dentro de mí. Me coge la mano y me da suaves golpecitos.

—Ciara... ¿sabías que estabas embarazada de ocho semanas?

«Estabas», me repito esa palabra y bajo la mirada al sentir como mis ojos se humedecen. A pesar de que me estaba haciendo a la idea de esto, tenía una mínima esperanza de que mi bebé siguiera conmigo.

— No. —Susurro—. Tenía una falta, pero no le di importancia. Cuando estoy estresada o nerviosa, no me suele bajar la regla.

— Lo siento mucho. —Me susurra sin saber qué decirme. Ni siquiera es capaz de pronunciar las tres palabras que definen lo que ha ocurrido. «Lo has perdido».

Yo solo puedo asentir. Me duele la garganta por contener el llanto y soy incapaz de hablar. No sé qué decir en estos momentos. Solo pienso en llegar a casa y acurrucarme al lado de mi pequeña. Alice me está dando la fuerza que estos días no tengo.

Laura me deja sola para que exprese mi dolor en paz y es lo que hago. Lloro en silencio y me acurruco abrazando mi vientre como si estuviera protegiendo a ese ser que ya no existe.

Sé que debo quedarme aquí un poco más, hasta que firme los papeles del alta. Mi turno ya ha acabado, pero para excusar mi retraso, a mis padres simplemente les diré que he tenido que atender a una urgencia de última hora. 

♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️

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Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora