Capítulo 6

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Varios años antes...

—Estás preciosa. —Veo a mi madre sonreír a través del espejo mientras me coloca un collar de diamantes.

Ya han pasado tres años desde que vi a Ethan por última vez y esta noche se va a celebrar mi fiesta de compromiso en uno de los hoteles más glamurosos de la ciudad. Aquel tendría que ser un momento feliz y glorioso para mí, pero no es así, aunque ante todo el mundo finjo que en estos momentos me siento completamente dichosa.

Para esta ocasión, me he arreglado con un vestido largo de color azul eléctrico. Me recuerda a un vestido de princesa. La falda es de tul. Nace desde mi cintura y es vaporosa, además, tiene detalles en plateado. El escote es de palabra de honor y realza la forma de mi pecho. Llevo unas sandalias de tacón plateadas, pero con el vestido, no se ven. Mi cabello castaño claro, casi rubio, está recogido en un moño perfectamente peinado y mi maquillaje es bastante sencillo, pero destaca mis ojos grisáceos. Las únicas joyas que llevo son unos pendientes plateados, aquel collar y mi anillo de compromiso en el dedo anular de mi mano izquierda. Mi madre no quiere que otra joya en mis manos le haga sombra.

En unos meses, uniré mi vida a la de un hombre que no amo, pero debo obligarme a sonreír y hacer creer a todo el mundo que soy feliz. No tengo nada que perder ni por lo que luchar, pues mi verdadero amor me traicionó.

Sonrío a mi madre y le cojo las manos al ver que se emociona al verme. Si con la fiesta se pone así, no me quiero imaginar cómo lo hará el día de mi boda.

Alguien llama a la puerta y vemos asomar a mi padre la cabeza para preguntarnos si estamos listas. Asentimos y se acerca a mí para besarme la mejilla.

— Estás preciosa, Ciara.

— Gracias, papá.

Aquella noche en la que descubrí que Ethan me engañaba, les pedí perdón por mi arranque de furia y les dije que tenían razón. Por suerte, me perdonaron y, aunque al principio estábamos algo tensos, enseguida recuperamos nuestra relación.

Salimos de la habitación para bajar al salón, pero antes de dejarme ver por los invitados, Carlos coge mi mano para besármela y saluda a mis padres. Les veo descender por aquellas escaleras centrales cubiertas por una alfombra roja. Aquella fiesta está llena de lujo y seré el centro de atención. Odio serlo.

Desde nuestro lugar oculto, Carlos no deja de susurrarme cosas al oído, pero mi mente no está prestando atención, aunque me obligo a bajar de las nubes al darme cuenta de que los invitados han guardado silencio para dejar hablar a mi padre y presentarnos. Cojo el brazo de Carlos y sonrío antes de aparecer en lo alto de la escalera. La gente nos aplaude como si fuéramos dos estrellas y tras unos segundos saludando, comenzamos a descender para saludar a los invitados. La fiesta comienza, aunque yo de lo único que tengo ganas es de que termine ya.

Tras una hora saludando, consigo separarme de Carlos y cojo una copa de champán para ir dónde se encuentran mis amigas junto con sus novios.

— No tienes que fingir con nosotros. —Me dice Nico.

— Lo sé. —Le contesto haciendo desaparecer mi sonrisa y doy un sorbo a mi copa. Necesito alcohol para soportar esto.

— ¿Y vas a estar toda tu vida fingiendo? —Me pregunta Lola que está abrazada a su novio.

— No tengo otra opción mejor.

— Sí la tienes. —Sonríe Susana y me señala la puerta por donde le veo aparecer.

«No puede ser», pienso al verle entrar por la puerta con aquel traje que le queda como un guante. En estos tres años, sus rasgos han madurado y su cuerpo se ve más fuerte. Lleva el pelo más corto, pero sus ojos verdes me miran con la misma intensidad con la que lo hacían hace años.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora