- El anillo de la astronomía, justo el que yo te hubiera dado también -comento en un susurro refiriéndose al aro dorado que de pronto sentí caliente en mi dedo, sin llegar a quemar, solo un leve calor que daba gusto sentir y supuse se debía al propio calor que emanaba su mano con la que ahora sostenía la mía. - ¿Cómo? -, fue lo único que atine a decir. - Espero que seas feliz aun cuando el universo se empeñe en separarnos. Vamos dentro -zanjeen en seco intentando ignorar la sensación de vacío en mi pecho.