Obsérvame cariño, dime dónde estás y confiésate ante mi, júrame amor y tal vez te deje acercarte, usaré piedras para obstruir tu camino, descalza estás y duelen, alcánzame cariño, estoy tan cerca, ven por mi, por favor, te lo suplico, mírame desde abajo y contémpleme, pues yo soy tu Dios. Y estás ahí, quieto, solo observándome, no hablabas y me aventabas piedras, frías y duras, me observabas tan calmado, sabías que te amaba, claro que si y por un segundo en el tiempo pensé que era igual, que estaríamos juntos ¿cuantos años han pasado? Volviste a fallarme. 24 veces, y vuelves, las conté, te amé y luego me dejaste, otra vez, me llamas con la mirada, pero cariño, no contestare el teléfono, llama otro día. Tal vez vuelva a jurarte amor, solo dime dónde estás e iré por ti, miénteme a la cara y dime que me amas, última vez, 25 y final, dulce tormento y amor amargo, vuelve a mi por favor. Estaba aquí, en el salón, no me había movido del asiento y te observaba dar clase, eras mi maestro claro que si y luego miras hacia a mi, con esa seguridad, con esa calma, pisándome, encima de mi, sabías que te amaba y te aprovechabas, un 9 de marzo, entendí que no eras más que la suma de todas tus partes y que si alguna te faltaba te quebrabas tal cristal al estrellar, y sentí lástima, por que los lirios se habían marchitado y yo, estaba cruzando la puerta. Al final, me amabas, pero jamás cruzaste la puerta, besaste un lirio y luego rezaste por mi y mi regreso. Ámame una vez más, mírame a los ojos y vuelve por mi aunque sea un 26.
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