La noche era totalmente misteriosa para Dalia; por que se dormía a las ocho de la tarde, y si ese no era el caso aún así no salía de casa después de esa hora. O al menos eso decían los demás de ella. En el caso de Lorenzo, era totalmente al revés, la noche lo atraía demasiado, pensaba que las mejores cosas ocurrían cuando el sol se escondía pero no cosas morbosas o algo por el estilo, amaba que se volviera más fresco cuando las estrellas comenzaban a salir y cuando la tranquilidad que habitaba en el pequeño pueblo en el que vivía se hacía presente. Eran dos personas demasiado distintas, lo normal en los romances es que se atraigan o se odien y terminen juntos pero esto era diferente, lo sentían diferente, o tal vez todos lo creemos así cuando nos toca.
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