"No todos necesitamos que nos completen -le espetó -. Yo no soy la mitad de nadie. Estoy bien y completo como estoy." Desde que tiene memoria Giancarlo nunca ha sentido ningún tipo de atracción romántica hacia las personas que se cruzaban en su vida. Tampoco la ha necesitado o anhelado, siempre ha estado convencido y orgulloso de que él no es una mitad; es la naranja completa. Ahora, en su último año de carrera, las circunstancias le harán replantearse su comportamiento y la aparición de Dante le ayudará a conocerse a sí mismo.