14. Viuda negra

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Los fuertes vientos indicaban que el invierto estaba cerca, no faltaría mucho para comenzar a ver descender los primeros copos de nieve que adornarán la ciudad de Los Santos los próximos meses. La vestimenta que solía utilizar el Comisario no serviría de mucho frente a las ventiscas y la temperatura descendiendo con el paso del tiempo, decidió pasar por una tienda de ropa cerca de la vieja comisaría antes de entrar en servicio, cogería alguna gabardina junto a una bufanda para contrarrestar un poco el frío que envolvía su cuerpo, el patrulla le esperaba en el estacionamiento donde aparcó tantas veces hace algunos años, se encontraba por encender el motor y dar marcha a su nueva estancia, cuando una voz proveniente del asiento trasero lo detuvo. Una pelirroja lo observaba por el retrovisor, los lentes que ambos portaban les impedía el contacto visual del todo, aún así la tensión se podía sentir dentro del vehículo. No esperaba verla ahí, ni esperaba volver a tener contacto con ella, -Hablemos dentro, serán más cómodo para ambos.- El tono de su voz siempre sonaba en forma de órden, tan autoritaria y fría. A pesar de ya no ser su jefa, siempre la trataría como tal. Un suspiro de resignación salió por sus labios, tomó el volante con fuerza y al fin terminó por bajar del patrulla, no sabía que quería la pelirroja, lo que si sabía era que esa mujer nunca venía con buenas noticias, su presencia era un mal augurio para aquellos que la conocieran, pero una presencia que aprendió a apreciar por extraño que parezca. Volkov se disponía a hablar en el despacho de Conway, pero la pelirroja lo detuvo, le informó que la comisaría fue reformada, ahora la segunda planta era pura fachada, lo que ellos conocieron en sus años de "gloria" de eso ya no quedaba más que yeso y pintura mal esparcida. Así pues, decidieron hablar en su antiguo despacho, los recuerdo le llenaron el cuerpo, tantos de ellos, si se era honesto en su mayoría eran buenos, podía haberse quejado todo el día pero siempre la pasaba bien en esas cuatro paredes.

-Un gusto verte Volkov, yo estoy bien, ¿cómo estás tú? A pues muy bien, gracias por preguntar Evans.-

-Dejémonos las ironías para después Volkov, ¿sí?- Ella tampoco se alegraba de estar ahí.

-¿Qué quiere?- Cruzó los brazos como ya era costumbre en él.

Su día no iba a mejorar.

-La pregunta no es qué quiero.- Limpió el polvo del escritorio y dejó su peso sobre el. -Es a qué vengo. Y es que, tenemos problemas.-

-No me importa, ustedes me abandonaron en una camilla de hospital. Me importa una mierda si tienen problemas.-

-No se trata de nosotros imbécil, y para tu información hice todo lo posible para que a día de hoy estés aquí parado.-

-Claro, hicieron tanto que ya daba igual si despertaba o no.- Nuevamente esa sensación en el pecho que no sabía cómo interpretar. -Muchas gracias señorita Evans.-

-¡Pues sí! Estuvimos años esperando a qué despertaras, nada nos daba indicios de que lo harías.- Los ojos de Michelle comenzaban a humedecer bajo las gafas, los recuerdos de verlo sobreviviendo artificialmente seguían vivos. -Perdimos las esperanzas, Jack se fue y Horacio cada vez estaba peor, íbamos todos los días esperando a verte mover siquiera un maldito dedo Volkov, y nada. ¡Nada!-

-¿Qué tiene que ver Horacio en todo esto?-

-Ah, ¿Jack no te lo dijo?- Soltó una leve risa con ironía. -Pues claro que no lo hizo, porque es un desgraciado. Horacio iba todos los días a ver y cuidar de ti, hasta que su estado anímico de fue a la mierda, tuve que obligarlo a irse de aquí.-

-¿A qué se refiere?- Su respiración comenzaba acelerarse. -Conteste.-

-Iba cada maldito día al hospital y cuando no estaba contigo se la pasaba ebrio por las calles, no comía bien, no dormía, no hacía nada más que esperar por ti. Prácticamente lo saque de la ciudad a rastras con ayuda de Freddy.- Sacó de su bolsillo trasero un cigarrillo. -¿Escuchas lo que te digo?, ruso de mierda, Freddy tuvo que dejar a su familia para venir y ayudarme con Horacio, para que no se muriera, para no perderlo como pensé que lo haríamos contigo.-

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