5. Un momento

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Horacio despertó alrededor de una hora después que Volkov cruzará la puerta de aquella habitación, su cabeza daba vueltas por haber dormido en exceso, pues su cuerpo ya no estaba acostumbrado a tener tanto descanso, la luz llenaba por completo cada rincón, sus fosas nasales se impregnaron de un olor familiar que no alcanzaba a distinguir del todo, una especie de perfume pensó pero no lograba identificar de quién. Decidió dejarlo pasar y disfrutar del aroma llenándose de este olor tan hogareño que le abrazaba. Con el pequeño botón que se encontraba a su costado llamo algún médico en servicio, para su suerte esa era Elena. Una preciosa y amable persona a quien él llamaba "Doctora Olores."

—¿Cómo dice?— Le miraba entre confuso e incrédulo.

—Eso que escuchas mascaritas, un Comisario estuvo cuidándote toda la noche. No me ha tocado verlo pero eso dice tu informe.—

—¿Pero qué nombre pone allí? A ver, enséñame.— Horacio se estiraba buenamente lo que el dolor le permitía, intentando alcanzar los papeles que sostenía Elena. —¡A ver!—

—No, encima me han dicho que es muy apuesto, una lastima que no haya estado de turno.— Decía burlesca mientras alejaba los papeles de la mano insistente del paciente. —En fin mascaritas deja de hacer eso que te harás daño y yo no te daré otro masaje.—

Decidió rendirse, no le dejaría ver el informe y no tenía caso seguir lastimando su brazo enyesado, al menos lo había intentado.

—También me han dicho que estubo aquí Ford un buen rato. ¿Y bien? Algo que decir.—

—Somos compañeros y me llevo muy bien con él, al igual que contigo o con Collins, por ejemplo.—

—Si bueno pero no he visto a Collins pasarse por aquí o a Yakiv que fue el que te trajo. El Capitán Miller si lo ha hecho por si no sabías.—

—¿El Jefe se pasó?— Una pequeña sonrisa adornó su rostro, le llenaba el corazón saber que les importaba y se preocupaban por él en el norte. —Y los demás bueno, sé que tienen mejores cosas que hacer, no seas una arpía.—

—Jajajaja cállate, solo digo lo que veo y yo veo a Ford muy... ¿cercano?, es todo, tampoco te esponjes cari.— Él sabía a qué se refería, pues ambos lo eran él uno del otro.
—¿Puede que me equivoqué? por supuesto, pero me resulta cuanto menos interesante.—

—Creo que tenemos formas similares de trabajar, a ambos nos gusta ir de paisanos, bailar, divertirnos y supongo que, nos gusta la compañía del otro. No lo sé... fue muy agradable su visita el día de ayer.—

—Fue la primera persona que viste al despertar, ¿cómo te sentiste con eso?—

Ni siquiera lo había pensado pero le había resultado reconfortante ver que él se encontraba a su espera.

—Si te soy sincero, F-Ford no fue la persona que esperaba.— Anhelaba que la primera persona que viese al despertarse portará una chaqueta roja, gorra y pantalones militar, zapatas blancas, cabellos rubios y que unos hermosos zafiros lo mirarán para después soltar alguna burla por encontrarse en el hospital. —Pero me alegro de que haya sido él.—

—Esta bien que aún no lo tengas claro, solo no lo lastimes, ¿bien? Que sí, es un pesado, pero es una buena persona.—

—Ya.—

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No le gustaba pensar en eso, tampoco creía que Ford tuviera otras intenciones que no fuesen una amistad, tener un compañero o con quién ir de baile y copas algún fin de semana después del arduo trabajo. Tenían lo mismo que con Collins, pero se sentía un pequeña diferencia cuando estaban ellos dos a solas, se la pasaban en cierta forma mejor, lo disfrutaban más, reían a carcajadas, disfrutaban él uno del otro, nunca, ni siquiera con copas de más pasó más allá de encontrarse peculiarmente cerca, tal vez un abrazo que duraba más de lo normal, pero, ¿cuánto es lo normal para un abrazo?, no lo podemos saber y ellos tampoco lo sabían.
Por la mente de Horacio cruzo un momento en el que recordaba, como sentía unas inmensas ganas por tomar la mano del Sheriff, se encontraban en un 10-8 alejados de todo en el cartel “Vinewood” a las afueras de la ciudad. Habían estado infiltrados por el Yellow Jack al menos unas ocho horas de corrido, se encontraban hambrientos y cansados, aún así decidieron tomar un pequeño descanso en el cartel de Vinewood que era un viaje largo pero así nadie les molestaría y de esta manera Horacio podría ir sin máscara sin tener que preocuparse por algún obsesionado, como ellos les llamaban. Cosa que adoraba Ford, le gustaba ver la cresta del moreno y sus facciones en general, a Horacio tambien le encantaba la idea de por fin sacarse la máscara de encima. En el camino compraron algunas cosas para comer y bebidas junto algunos snacks dado que ya sabían que no era un simple 10-8 y siempre se tomaban su tiempo para volver al ruedo. El cielo pintado con un dulce color anaranjado pastel adornaba la vista de ambos, el ocaso siempre resultaba una vista preciosa y un momento que inconscientemente se había hecho costumbre de elegir a la hora de tomar sus descansos. Pasaban este momento del día tan bello uno al lado del otro, que no era necesario decir nada, con la compañía y cercanía del cuerpo ajeno era suficiente para volver el momento agradable y de disfrute. Ya era rutina buscar un lugar alejado de todos y sentarse en el capó del auto él uno junto al otro.

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