11. Douceur

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Una botella de vino y dos copas de cristal adornaban la mesa de centro situada en la sala de estar del Sheriff, un cachorro juguetón y unas manos nerviosas acompañaban la escena, Ford no sabía sí Horacio asistiría después de marcharse esa misma mañana, pero la esperanza siempre lo acompañaba, había dejado un mensaje al no poder contactarse con él directamente. Algo simple sin ninguna doble intensión, solo hablar y saber qué deseaba saber sobre Jack, el vino solo era un implemento, después de todo la botella que le había sido otorgada por Collins debía terminarse alguna vez ¿no?, por qué no esa misma noche.
Mientras jugueteaba con Tono su móvil vibro sobre la mesa de cristal en señal de haber recibido un mensaje.
Tomó el móvil viendo como la pantalla encendía dejando ver el nombre del contacto que deseaba.

"Estoy llegando, perro. Espero me tengas de cenar y poder volver a alimentarme con tu rica comida. ¡A LI MEN TA ME!
PD: Quiero helado y papitas :p"

-Filete ♡.


-¡¿Cómo que comida?! mierda...-

Arrojó el móvil al sofá haciendo que esté casi cayera de el, levantándose lo más rápido que pudo corrió a la cocina a revisar la nevera y las alacenas. Primer strike, no tenía helado, la última vez Horacio lo había devorado todo después de volver de comisaría y haberse encontrado con Volkov, el castaño no se había molestado en reponer el insumo pues el joven de cresta partió unos días después y no le veía el caso en tener la heladera llena de botes si el prefería los sandwiches rellenos de helado, "Ok, ¿cuánto tiempo tengo? qué mierda significa estoy llegando" estuvo al rededor de tres minutos caminando en círculos por el apartamento hasta recordar las otras peticiones del moreno, comida y frituras.
De las alacenas cogió dos paquetes de pasta junto a algo de pollo de la nevera, encendió los quemadores y colocó agua en una olla para hervir, preparo el pollo en otra sartén picándolo en trozos.
Observaba constantemente el reloj que tenía como adorno colocado en el muro frente a la cocina, reloj que para su suerte aún funcionaba, por otra parte en Horacio la puntualidad nunca había sido su fuerte, por ello el castaño mientras dejaba la pasta sazonar con el pollo en conjunto, tomó sus llaves y partió al badulaque más cercano a su apartamento y así poder conseguir las frituras y helado que demandaba su invitado.

-Joder, si solo hablaríamos de O'Conner.-

En uno de sus deportivos se dirigió en busca de los caprichos solicitados, recibió algunas multas por el radar al ir en exceso de velocidad pero no le importaba demasiado en esos momentos.
Al volver al piso encontró a Horacio en su cocina con uno de sus delantales para no ensuciar la ropa al estar cuidando el sartén con la pasta y el pollo, también se encontró con el equipo de sonido tocando «Sorry» de Halsey a un volúmen más elevado de lo normal pero aún sin ser desagradable al oido, el joven de cresta no se había percatado de su presencia aún, dejando una vista hermosa y triste para los zafiros que le observaban.
Horacio portaba una camisa arremangada a tres cuartos, de estampado floreado en tonos verde y negro con unos pantalones de vestir negros que acentuaban sus piernas, el delantal amarrado a su cintura dejaba ver mejor lo trabajado de su cuerpo, el castaño se quedó unos segundos analizando la situación, aferrandoce a que lo más probable era como aquél hombre en su cocina jamás se sentiría de la misma forma que él se comenzaba a sentir, la melodía no ayudaba a sus inseguridades dándole la razón a sus temores, no creía llevar ventaja respecto al Comisario del Sur, era consiente por el mismo Horacio la historia que tenían y como se sentía el joven de cresta ante el reencuentro con el Jefe de la LSPD, recordaba a la perfección el día que conoció la historia que tenían esos dos hombres, fue el mismo día que planea aclarar sus sentimientos y poner las cartas sobre la mesa, pero al escuchar a Horacio prefirió guardarse todo para si mismo, no veía el caso en intentarlo, tampoco deseaba causar más conflicto a los sentimientos del contrario, pensaba que ya tenía suficiente con el peso y culpa que cargaba desde el día que decidió apretar el gatillo.
Estaba por salir del apartamento a coger un poco de aire y valor cuando unos pasos se acercaban hacía él.

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