8. ¿Cariño?

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El olor a huevos y tocino inundaban el piso, llegando al cuarto de baño donde un Horacio batallaba para colocarse las prendas, pues este se acostumbró a tener a Eli ayudándolo, se preguntaba dónde estaba esa mañana y si se encontraba bien o cuál era el motivo de su ausencia, el sonido de su estómago le interrumpió los pensamientos aclamando los alimentos que lo esperaban al salir si es que lograba colocarse la parte baja del pijama, habría sido más sencillo hacerlo en la comodidad de la cama para servirse de apoyo, pero le apenaba que Ford llegase a verlo mover como una pequeña mariposa saliendo del capullo para lograr subir la prenda, prefería estar refunfuñando demorando el doble de tiempo que si dejará el orgullo y pidiera ayuda, se preguntaba por qué no tenía prendas más holgadas que fueran más sencillas de colocar para estas situaciones, al final rechazo cualquier idea errónea sobre su estilo de vestir y se afirmó a si mismo que daba igual el tiempo que demorase si terminaba luciendo un impresionante trasero inclusive con pijama. Se observó unos segundos en el espejo, procedió peinando un poco la cresta, colocó un poco de colorete en tono durazno junto a rímel apenas perceptible, por último colonia y con una sonrisa acompañada de un guiño a su propio reflejo salió radiante del cuarto de baño y la habitación, la imagen que se encontró fuera le iluminó el rostro, a Ford no se le había ocurrido llegar en mejor momento después de la pésima noche que tuvo ni aunque así lo hubiese planeado, su mente se había reseteado por completo al observar al Teniente bailando un poco y tarareando alguna canción mientras terminaba de cocinar, borrando así todo lo sucedido esa misma madrugada, la escena era en cierta forma divertida, Ford moviendo las caderas a la par que removía los alimentos para evitar que estos se quemaran, a Tono caminando entre sus piernas pidiéndole atención moviendo la cola alegremente y a todo esto se añadía que el hombre cocinando llevaba puesto un pijama de conejitos que danzaban de un lado a otro por el movimiento del cuerpo.

"Dame la gasolina que estoy golosa, soy un desayuno continental, tienen que escucharme con delantal nanana..."— La risa de Horacio hizo voltear a verlo con el entre seño fruncido. —¿De qué te ríes, eh? Siempre te estás burlando de mí.—

—No me burlo, solo... ¿qué cantas?—

—Oh, ¿no te gusta?— Se acercó y lo tomó por la cintura mirándole fijamente. —"Nene, tu novia se puso pegajosa, venime de frente y arreglamo' las cosa', hago un delivery descomunal" uy... y hablando de novias.— Manteniendo una de sus manos en la cintura de Horacio cogió su mentón y lo hizo girar la vista al comedor.

—¿F-flores?, no entiendo.— “¡¿Me ha comprado flores?!”, se preguntaba más feliz que nunca.

—Te las mandaron.— Podía ver la confusión en esos ojos bicolor que lo veían atento. —"Tu" novia, tu novia te las mandó.— Soltó el agarre al sentir el cuerpo contrario tensar entre sus brazos. —Vienen con una nota, no la ví, no te preocupes. Pero si ví un bonito beso color granate en el sobre.—

Al escuchar eso último sabía por dónde iba dirijida la conversación, se mantuvo en el mismo sitio aún con el toque del Teniente presente en su espalda desnuda, giró nuevamente su vista el florero que se hayaba como centro de mesa, camino a paso torpe en dirección a este, era un bonito ramo de tulipanes unidos con un listón de seda color rojo y la típica nota al centro, justo como lo había mencionado hace apenas segundos Ford, en el sobre de la nota se podía apreciar un beso con el recurrente pintalabios utilizado por la Jefa del hospital.
La mano le temblaba esperando no fuese una confesión de amor y la razón de su ausencia, cogió temeroso el sobre esperando lo peor, sacó la pequeña tarjeta observando primeramente una bonita letra manuscrita hecha con rotulador color rosa a brillos. Sonrió recordando en como ella previamente le platicó la razón de utilizar ese tipo de rotuladores, se debía a su trabajo ayudando en el área de pediatría ya que los pequeños adoraban pintar con ellos. Ford lo observaba atento a la par que servía en dos platos el desayuno, mientras Horacio leía la nota y miraba las flores.

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