18. Tictac

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Horacio y Ford se encontraban en el lobby del apartamento descansando después de una jornada larga de trabajo, el moreno llevaba rato lejos de su pareja, estaba por entregar a su organización y buscando la manera de que Dominic saliera ileso de la ciudad, recordaba como la banda del patio como solía llamar Conway al pequeño grupo organizado de Trucazo, había logrado un buen trato para irse de Los Santos y con un buen cheque, él no pedía más que sacar a su viejo amigo de la ciudad, solo eso. Aún así sus superiores le habían negado el único favor que pidió hasta la fecha, tal vez ellos se creían que el mantenerlo con vida ya era más de lo que merecía. Resultaba cansado tener un trabajo donde te juegas la vida y la de quiénes te rodean por básicamente nada. Horacio al recordar a Conway ya no lo hacía con esa añoranza de figura paterna, ahora era más como una sombra de su pasado que le había atado una bomba al cuello y a media que transcurrían los días el reloj detonador no le esperaba en su cuenta regresiva.

—¿Comida China o Italiana?— Los últimos días Ford solo se dedicaba a consentir al moreno cuando llegaba a casa.

—Pizza.— Respondió mientas jugaba con Tono al tira y afloja con uno de sus juguetes.

—¿Algo más o con eso es suficiente?—

—Solo la pizza.— Soltó el juguete para que su ahora mascota también siguiera jugando con este. —Ford, ¿por qué adoptaste un Husky?, tienen demasiada energía.—

—Me gusta lo complicado.— Le guiño el ojo izquierdo y soltó una risita. —Además, pasando los dos años son tranquilos, o eso me dijo la chica donde lo adopté.—

—¿En dos años cuántos muebles se puede comer?— No dejaba de mirar a Tono con los ojos entre cerrados.

—Unos cuántos.— La mueca en el rostro del  contrario le causó gracia y continúo. —No te preocupes por eso, yo los repondre todos.—

—Mmm, tienen suerte de que los quiera a ambos, sino ya estarían en la calle.—

—Entonces, es una fortuna el tenerte.— Era consiente de que Horacio odiaba hablar del trabajo pero debía preguntar. —Mañana... estás seguro de que no quieres apoyo.—

—Ya hablamos de esto Ford, es asunto Federal. Si pasa cualquier cosa estaré de servicio y mandaré 10-20.—

—Solo, estoy preocupado por ti.—

—Lo sé, pero no tienes porque.— El mismo Horacio lo estaba pero no podía demostrarlo. —Sé que estarás allí si te necesito, confío en ti. ¿Tú confías en mí?—

—Por supuesto que sí, claro que lo hago.—

Quedaron en silencio después de eso, si bien cada uno confiaba en las capacidades del otro, los planes nunca salían como se esperaban y siempre existía la posibilidad de no volver, cosa en la que ninguno deseaba pensar pero la idea no se iba de sus cabezas.
Al llegar la mañana cada uno tomó su rumbo, uno al Norte y el otro hacia la casa que usaba como sede su organización, este último conducía a paso lento retrasando su llegada, era consciente de que cuando cruzara la puerta de aquella residencia enfrentaría a las personas a las que les había mentido por casi un año ya, los engañó e utilizó y ahora debía enfrentarlos a cada uno cara a cara, su día se dividiría en tras partes. La primera en ser honesto con sus compañeros, la segunda consistía en que la parte uno terminará bien, solo así podría pasar a la segunda y de esa forma asistir a la reunión que tenían programada con la organización de la cocaína para arrestarlos y la última fase, si todo salía como estaba previsto o como lo imagino en su cabeza, volver a casa con la persona que esperaba pasar el resto de sus días.
Al llegar apagó el motor del auto en el gran garaje del sitio, después de algunos minutos en los que cogió un poco, solo un poco de valor bajo del vehículo, antes de siquiera abrir la puerta ya podía escuchar las voces de sus compañeros haciendo que sus nervios aumentarán y el estómago se le revolviera.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2021 ⏰

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