13. Una mentira piadosa

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-Bastardo.- El primer puñetazo llegó al mentón del joven con máscara seguidos de otros más haciendo que cayera en el frío mármol. -Cómo mierda se pone a comerle la polla con ese tipo cuando nuestro Jefe de División estaba abatido y otros tres de los nuestros, maldito egoísta.-

Horacio estaba preparado para recibir otro golpe y cerró sus ojos esperando sentir el dolor pero no fue así, Miller se había encargado de separar al Sheriff del cual no sabía su nombre pero era evidente que tenía un gran aprecio por Ford.

-¡No sabía que se encontraba inconsciente!- No había devuelto el golpe por mero respeto al Capitán y por estar en el hospital.

-H no hable, no se encuentra muy bien parado en esto, será mejor que se retire. Gracias por la ayuda de hoy.- La decepción en la voz del hombre se podía distinguir con facilidad. -Iré a ver como siguen mis agentes. Y tú...- Dirigió la voz a su Sheriff. -Esto no se va quedar así, Norbit.-

Ambos vieron como Miller se retiraba directo a la sala de emergencias. -Puede que me despidan por esto, pero no me importa.- Recogió el móvil perteneciente a Collins que se hallaba tirado a un lado del enmascarado, la pantalla encendida mostraba la fotografía de Horacio y Volkov. -Tremenda suerte tiene Federal, mire que abatieran a Collins y que por mera curiosidad me diera por revisar su móvil...- Soltó una carcajada sarcástica y se retiró en la misma dirección que Miller.

Al agente del FBI se acercaron unas enfermeras que iban pasando por el pasillo del hospital a preguntarle si necesitaba atención médica, pero él se negó, con la poca dignidad se levantó del suelo y se fue del lugar para no seguir incomodando a los agentes del Norte. Ahora todo el departamento del Sheriff sabía del beso con él Comisario del Sur y en que circunstancias lo había hecho, justamente en el peor de los casos, el egoísmo de Volkov le había costado la buena relación que se encargó de entablar con el Norte. Pensando en todo y resignado caminó directo a los ascensores, en el nuevo parking debajo del hospital se encontró con Ford sentado sobre el maletero de uno de los patrullas, el suyo se encontraba estacionado justo al costado de este pero no tenía el valor de enfrentarlo después de eso. Observó su acciones y en como el castaño escondía el rostro entre los brazos apoyados sobre sus piernas, en su ropa alcanzaba ver la sangre seca de uno de los abatidos en el enfrentamiento que acababan de tener con "Las Bayas". Lo único que deseaba en esos instantes era meterse bajo una roca y no salir durante un mes, cogió el casi nulo valor que tenía en esos momentos para poder entrar a su patrulla y largarse lo más rápido posible de allí. El castaño pronto sintió su presencia y volteó el rostro en dirección a él.

-¿E-estás bien?- Cuestionó viendo su ropa ensangrentada. -Tienes, no es tuya, ¿cierto?-

-Estoy. Estoy... relativamente bien.- Vio los ojos que antes tanta felicidad le daban y ahora solo le causaban dolor y rabia. -No es mía, de algún morado será. Supongo que ya te vas.-

-Sí, después de... no es bueno que siga aquí, pero antes de irme quiero hablar contig-

-No quiero escuchar nada de lo que tengas que decir, las acciones hablan por ti.- Se levantó del maletero para acercarse a Horacio y quitarle la máscara, no le importaba hacerlo ya que los civiles nunca utilizaban ese parking. -Creí que habías salido ileso del encuentro.- Le dijo al ver su labio sangrando y el pómulo inflamando cogiendo un color verdoso que más tarde sería en tonos violetas.

-No es n-nada, estoy bien.- Prefería no comentarle lo sucedido con uno de sus compañeros. -L-la fotografía.-

-Shhh, no hables. Déjame verte un momento.- Tenía claro que no querría volver a verlo o hablarle, así que se quedaría con esa última imagen de él. En silencio. -Solo cállate.- Retiró el guante de su mano derecha y la posó sobre la mejilla de Horacio, limpió con su pulgar la sangre del labio inferior sin importarle el quejido de dolor del moreno. Esparció el liquido carmesí sobre la mejilla del contrario y le susurró al oído. -No te quiero volver a ver, Horacio.- Se retiró del parking con la máscara del moreno en una mano y en la otra su sangre esparcida en el pulgar.

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