Prólogo

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Hey, Buenas noches y feliz navidad.  Hace algunos días publiqué en mi facebook que volvería a subir esta historia acá, como un presente de navidad para ustedes. Tenía planes distintos con ella, pero la verdad es no me convencía y me sentía cada vez más... ¿Como decirlo? Frustrada he incomoda, creo que es lo correcto, tanto que dejé de escribir, pero bueno cuando tomé la decisión de no seguir por ese camino, todas las ganas de escribir volvieron, así que terminando otro proyectito por ahí, que estoy realizando, nos veremos las caras de nuevo (eso es una metáfora). Si vas a releer la historia, espero las disfrutes tanto como la primera vez y si es la primera vez, espero la ames tanto como yo lo hago. Un beso y abrazo, que su navidad esté llena de bendiciones.


Prólogo



Mina Aino había hecho muchas cosas malas en su vida y pocas veces se arrepintió de ello. Tal vez fuera que en su egoísmo se decía que todo lo que hacía estaba bien justificado, pero de todas las cosas malas que había hecho, lo que estaba a punto de hacerle a su prima era la peor de todas ellas; sin embargo, no iba a detenerse, tenía que salir de ahí con un "sí" por respuesta, luego de haber expresado todos los pros y contras de su situación.

— Estás consciente de que eso me arruinaría en sociedad —declaró Serena con los ojos vidriosos. Lo que Mina le proponía, era algo descabellado y Serena no estaba segura de que estuviera en sus cabales.

— Sé que está mal, pero dijiste que estimabas mucho a Yaten, así que hazlo por él —suplicó la rubia.

Serena se descompuso. No sólo estimaba a Yaten, lo amaba. Era su primer amor y había crecido con él, siempre con la ilusión de que algún día se fijaría en ella y la convertiría en su esposa. Lamentablemente él había puesto sus ojos en Mina, su prima, y ella no tuvo más remedio que aceptarlo. Yaten amaba a Mina, era la luz de sus ojos, besaba el piso que ella pisaba y le tenía una fe ciega, la misma que Mina había traicionado.

— ¿Por qué me lo pides a mí? ­—respondió. Mina se quedó callada por un momento, que a Serena le pareció una eternidad.

— Porque sé que tú no me traicionarías, porque tus padres no te darán la espalda, porque eres noble, porque sé que me quieres y porque somos familia.

— ¡¿No crees que a la familia no se le hace eso?! —gritó Serena con reproche —¡No has pensado que quiero casarme y formar una familia!

— Vamos, Serena —interrumpió Mina, suplicante —. Ambas sabemos que lo que te estoy proponiendo, incluye una familia.

— No quiero una familia así —volvió a gritar.

Mina se le quedó viendo suplicante y con ojos vidriosos, después se arrodillo y se colgó de sus pies.

— ¡Te lo suplico! Si me das la espalda ahora, todo mi futuro se arruinará. Yaten quedará destrozado y su vida también se arruinará. Eres mi única salida... ¿O prefieres que me deshaga de él?

— ¡Eso sería un crimen! —Serena se exaltó y zarandeó a Mina.

— Entonces ayúdame.

La rubia no quería sentir lo que estaba sintiendo porque terminaría aceptando y eso era realmente malo.

Por otro lado, si le daba la espalda a su prima y ella cometía un crimen, ambas cargarían con ello en la conciencia. Tal vez Mina podría vivir con eso, pero ella definitivamente no.

— No es justo —murmuró serena —. Sabes que no es justo, Mina.

Y entonces Mina los supo, había ganado; había tocado la parte sensible de su prima. Serena jamás se perdonaría la pérdida de un ser inocente, así que la única solución era la que ella proponía.

Mujer InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora