Capítulo8: Propuestas

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Como recordaran Sailor moon y sus personajes pertenecen a la gran Naoko Takeuchi, yo solo los uso para dar vida a esta historia, que, si es mía, por favor no la copien y la cuelguen en otro lugar, seamos conscientes y digamos no al plagio.

Capítulo 8: Propuestas

Se paró justo en frente de la puerta para evitar que huyera de nuevo, sin embargo, eso a ella no le importó porque se paró frente a él y con voz enérgica dijo:

— Me da permiso, por favor.

Él pudo actuar de manera correcta y evitar que todas las miradas se posaran en ellos, pero su desesperación no se lo permitió. Necesitaba acabar con eso, necesitaba que esas ansias de tocarla desaparecieran y para ello tenía que ceder a la tentación, aunque el mundo lo condenara por ello.

— ¿Va a seguir huyendo de mí?

La rubia lo quedó viendo un poco apenada al haber sido descubierta, sin embargo, contestó con aplomo.

— No estoy huyendo

— Bien, entonces me permitirá acompañarla a su casa.

Serena vio discretamente como todos los presentes los miraban y a pesar de estar acostumbrada a la desaprobación de la gente, sintió una inmensa necesidad de desaparecer de allí, por lo que, sin pensarlo dos veces, aceptó la compañía. Darien sonrió complacido y juntos salieron de la tienda

Tratándose del duque y Serena, era normal que algunos se detuvieran a observar, lo que aseguraba cotilleos en abundancia para el día siguiente. Todo esto hizo que caminar juntos por las calles de Londres fuera algo incómodo, pues ambos estaban rompiendo las reglas: Serena, por pasear con un hombre que no era su padre o su hermano, sin la compañía de una doncella; y Darien, al relacionarse con una persona como Serena, ya que al ser un duque debía mantener en alto su posición.

Habían caminado bastante y hablado muy poco, por lo que la rubia no podía explicarse para que la quiso acompañar si se mantendría en silencio durante el trayecto. Esta situación la hizo soltar un suspiro.

— ¿Pasa algo? — preguntó el moreno con interés.

— A mí no, pero al parecer a usted sí.

Darien la quedó viendo un poco sorprendido y contestó.

— ¿Sí? ¿Y qué es lo que cree que me pasa?

La rubia se detuvo y lo miró fijamente.

— Dado que se ha mantenido callado todo este tiempo, debo suponer que está arrepentido de venir en mi compañía.

Darien sonrió.

— Supone usted mal. Si me he mantenido callado es porque no quería incomodarla y...

— Ha fallado en eso.

— Me doy cuenta, pero creo que ahora puedo corregirlo. ¿Qué tal si nos sentamos allí? — propuso el duque, señalando un pequeño parque. Serena, dudosa, aceptó.

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Mina miró hacía ambos lados, cerciorándose de que nadie la viera y sus manos temblaron cuando abrió la puerta. No estaba segura de que hacía allí, se había dejado llevar por un impulso y estaba segura que más tarde se arrepentiría, pero aun así, terminó de entrar en la casa. Era la primera vez que estaba allí, los muebles aún estaban cubiertos por mantas y el polvo era bastante notable. Se sintió tan extraña que ya no solo las manos le temblaban sino todo el cuerpo, y cuando trató de adentrarse más, las piernas no le respondieron. Luego de varios minutos, al recuperar el control, decidió que era mejor retirarse, pero ya era muy tarde, el dueño de la casa la había visto.

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