Capitulo2: Con una mirada

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Capítulo 2: Con una mirada

Darien quedó atónito al descubrir a quién pertenecía ese rostro: era Beryl, la mujer que alguna vez amó. Sin embargo, descubrir que era ella, no fue lo que lo dejó pasmado, sino la enorme cicatriz que ahora adornaba su rostro.

La mujer lo reconoció y cuando notó que la miraba con intensidad, trató de cubrir la cicatriz con el cabello. Sabía que aquella adoración con la que él la contemplaba en el pasado, ahora ya no existía y eso la hizo sentirse pequeñita. Durante unos minutos esperó que Darien hablara, pero este no lo hizo, así que decidió romper el silencio con un simple saludo.

— Hola

Eso pareció sacar al moreno de su trance y, un poco aturdido, respondió al saludo, para después agregar:

— ¿De verdad eres tú?

Beryl se sintió incomoda. Todos sus amigos le hacían esa pregunta, y es que cómo no hacerla, si ella misma se la hacía a diario, cuando se miraba en el espejo.

— Bueno, lo que queda —respondió a la pregunta con desánimo. Darien la quedó viendo consternado. No sólo su rostro estaba marcado, al parecer ella también. Esa respuesta dejaba ver que ya no era la misma Beryl, altiva y orgullosa, que una vez conoció; y eso a él, le dolió.

— ¿Quieres contarme? —preguntó Darien, cortésmente, señalando con su cabeza la cicatriz. Beryl desvió la mirada y respondió

— En realidad, no.

En ese momento, apareció una doncella y se disculpó con Beryl por el retraso. Esta asintió con la cabeza y después se disculpó con Darien, alegando que tenía que irse y, sin más, comenzó a caminar, siendo seguida por su Doncella.

Darien la miró partir sin despegar su vista de ella y preguntándose qué le habría pasado. La última vez que la vio, ella estaba a punto de casarse y parecía ser muy feliz por ello; y a pesar de que eso le había dolido, le deseó lo mejor. Recordó que, al poco tiempo de partir, esperó oír noticias de su matrimonio, pero estas nunca llegaron. Aunque ahora que lo pensaba, tampoco llegaron noticias de que hubiera tenido un accidente que la dejara marcada. Tal vez su madre tenía que ver con eso.

No lo pensó más y decidió buscar respuestas. Sabía que con su madre no las obtendría, así que iría con quien sí se las daría.

.

.

.

Rei pegó más su oído a la puerta y aun así no lograba oír nada. Sabía que ese no era el comportamiento que una señorita bien educada debía tener, pero eso no le importaba, pues ella nunca había sido el prototipo de chica que todos exigían; además, su tía había llegado con un claro propósito: hablar de su futuro con su padre, sin consultarle a ella.

Sabía que su padre no accedería fácilmente a los caprichos de su tía, y por eso, no le había preocupado que su tía intentara algo, después de decirle que accedería a sus condiciones, con tal de que invitara a Serena al baile; pero que se demoraran tanto en hablar, la inquietaba... ¡Ya llevaban bastante rato allí! De pronto, sin que Rei se diera cuenta, la puerta se abrió y ella cayó de bruces contra el suelo.

— ¿Ves a lo que me refiero? —escuchó la voz molesta de su tía —. Su comportamiento es de una muchacha sin modales. Sus amistades, que dejan mucho que desear y su resistencia a casarse, harán de ella una solterona ¿Eso es lo que quieres para tu hija?

Takashi Hino miro a su cuñada acongojado y luego vio a su hija con preocupación, pensando que tal vez, había sido demasiado complaciente con ella. Tal vez había sido un error, pero él solo había querido llenar el vació que había dejado su madre.

Mujer InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora