Agarrados de la mano

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- Oye, cabeza de pene, date prisa - quejándose.

He Tian y Mo Guan Shan habían salido a comprar ropa para el mayor en un centro comercial lejos. Esto, obviamente, no fue idea de Mo. He Tian le estaba obligando con la condición de pagarle.

- Soy muy indeciso ¿Por qué no me ayudas? - canturreo.
- Págame - enojado.

Los dos llevaban casi dos horas paseándose por todas las tiendas del lugar, y He Tian aún no se había dignado a comprar nada.
Entraron a una tienda de una marca muy conocida por la zona. Cuando se adentraron, el moreno se fijó en una prenda en especial.

- Pequeño Mo, mira esta camisa ¿Me quedará bien? ¿Qué tal esta? - le mostró una camisa con estampado de un gatito.
- Se ve ridículo - se cruza de brazos.
- Se parece mucho a ti.

En efecto, el blusón que sostenía el azabache tenia un estampado de gato rojizo, casi del mismo color de pelo de Mo. Y para colmo de este, el gato estaba gruñendo.

- ¿¡Qué mierda dijiste?! - se abalanza para quitarle la camisa de sus manos.
- Tranquilo Mo, esta camisa debe valer mucho. No queremos tener problemas con la tienda, ¿o sí? - molestó.

A pesar de que le este hirviendo la sangre, Mo sabía a conciencia que podia desgarrar la camisa de un simple tirón, y, aparte, no tendría cómo pagarlo. Podría simplemente pedirle el dinero a He Tian para cubrirlo, pero eso dañaría su orgullo. Pero nos estamos adelantando mucho.

- ¡Sólo muérete! - posa la camisa en el pecho del contrario con una mano mientras que con la otra rasca su cabeza, desvíando la mirada.
- Compraré está entonces. Ya fue tocada por ti, de todos modos - con mirada pícara.
El pelirrojo se tiñó de rojo al oír tales vergonzosas palabras, pero de alguna manera tontas, salir de la boca del mayor.
- Cómo sea... - bufó.

Cómo si el tiempo pasará volando, los dos chicos salieron de ese dichoso centro comercial a las 9:00 p.m.
El cielo estaba más oscuro y nublado de lo normal, parecía que iba a llover en cualquier momento.
- Mierda. Tengo que llegar rápido a casa - dispuesto a irse.
- Pequeño Mo, no me dejes solo aquí. ¿Por qué no te quedas a dormir hoy conmigo? - sonrió.
- ¡Una mierda! - se voltea. - ¡No quiero estar más tiempo contigo!
- Si te quedas, te pagaré el triple.

Al oír la oferta del ojigris, Mo no pudo resistirse. Sin duda, estaba desesperado por dinero.
- Que sea el cuádruple.
- Por supuesto - canturreo victorioso, rodeando su brazo alrededor de el hombro del contrario.

De camino al departamento de He Tian, el celular de Mo sonó derrepente.
- ¿Hola? Mamá, sí. Me quedaré en casa de He Tian hoy. Esta bien, adiós - colgó.
- ¿Qué decía tía?
- Me dijo que está bien - Guan Shan notó qué estaban caminando por una dirección desconocida para él. - Oye, ¿por dónde estamos?

La calle se hallaba desolada, sin rastros de carros ni transeúntes.
- La otra vez, descubrí un atajo para llegar rápido a casa - se detiene. - Sólo que lo hice de día.
- ¿¡Qué pene de pollo quieres decir con eso?! - alterado.
- Puede que me haya confundido de camino - sonrió.
- ¡Joder! ¿¡Qué mierda tienes en la cabeza?!
- Pequeño Mo, tranquilo. Sólo tenemos que volver por el camino que vinimos - señala.
- Lo dices como si no fuera un problema - quillando.
- No te molestes por cosas sin importancia - se acerca lentamente a su cara. - Estás conmigo, así que nada puede salir mal.
- ¿Qué mierda se supone que significa eso? - nervioso, dando unos pasos hacia atrás.

Mo se adelantó en el camino de vuelta, no quería estar más cerca de ese demonio irritable.
He Tian corrió detrás de él, tal cachorro por su dueño.
- Pequeño Mo, no me dejes atrás. Está muy oscuro y no veo nada - le agarra de la mano.
- ¿¡Qué mierda haces?! - inquieto.
- Tengo miedo, por favor, cuida de mí - apoya su cabeza en el hombro del menor.

Mo pretendía burlarse de He Tian en esos momentos ¿Cómo alguien podía tenerle miedo a la oscuridad a esa edad? Como sea, no lo hizo. Por alguna razón, sintió un tipo de compasión por el mayor.
No lo veía a menudo en ese estado. Todo era bromas y risas entre ellos, un toque por aquí y por allá; mas lo dejó apoyarse en él, sin decir una sola palabra de regreso. He Tian tampoco emitió un solo sonido, solo disfrutaba del momento en silencio, apretando más el agarre de sus frías manos.

Después de una larga caminata de otra hora, por fin llegaron al departamento del azabache. Mo dejó las bolsas de compras caer al suelo, mientras, en la otra mano, el agarre del más alto persistía.
- Ya suéltame, cabeza de pene.
- No quiero. Pequeño Mo está tan caliente, como una pequeña estufa - Mo no le tomo importancia a las palabras del mayor y se soltó el agarre rápidamente.
- Mueve tus bolsas o se quedarán en el piso.
- Que cruel eres, Mo Zi - obedeció el mandado del menor y recogió las bolsas de compras del suelo para ponerlas en la barra de la cocina.
- Tomaré una ducha.

Mo ya se había quedado varias veces en la casa de He Tian, puesto que era normal pasearse en esta y usar las cosas del otro como si fueran suyas. Ya se tenían la suficiente confianza.

- Se puede ahorrar agua si nos bañamos juntos - bromeó.
- ¡Jódete! - soltó antes de cerrar con fuerza la puerta del baño.

Continuará...

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