Graduación

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El tiempo pasa volando, ¿a que sí?
No puedo creer que ha llegado el momento de crecer.

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—He Tian, ¿qué harás después de graduarte?

Los labios del rubio formulaban una pregunta bastante curiosa.

Era una tarde como cualquiera: una reunión de amigos después de la escuela, con la diferencia de tener un motivo de por medio.

La graduación se acercaba; no literalmente.

Luego de haber estado hablando un largo rato sobre su entrada a dicha etapa nueva, el alcohol entró en el juego.

Desde el momento que recibieron la noticia por parte de sus profesores, sabían que ese mismo día se debía celebrar tan conmemorativo evento. Era viernes de todos modos.

Así que, sin falta, apenas tocó la campana de la libertad, corrieron hacia la tienda de abarrotes para seleccionar que bebidas tenían la fama por probar.

Estableciéndose en el lugar del mayor, con cada sorbo que pasaba por sus sedientas gargantas, poco a poco, se iban olvidando de las última responsabilidades que llevaban pendientes aquel día.

Invictos quedaron dos: Jian Yi y Tian. La poca sobriedad que les quedaba los dejaba mantenerse en pie y pensar un poco; mientras tanto, los otros dos restantes, se hallaban tirados en el sofá cuál ropa por doblar.

El mencionado volteó a ver al lívido, quién se encontraba absorto por escuchar su respuesta.

—Realmente no lo he pensado —contestó.

Jian Yi despertó los ojos al escucharlo. —¿A qué te refieres con eso?

—Creo que no importa lo que haga, mientras tenga a Shan a mi lado sé que podremos manejarlo... y a ustedes también, claro.

En la cabeza de Jian Yi, esperaba escuchar otro tipo de respuesta por parte de He Tian, tal vez algo más certero; pero esta superaba lo que tenía idealizado.

—¿Eso significa que cumpliremos nuestra promesa? —apoyó sus brazos en la mesa con entusiasmo.

—Por supuesto —aseguró—. Estamos preparados para eso.

Los ojos chispeantes de Jian Yi se alumbraron y una sonrisa de oreja a oreja apreció a su lado.
De un salto se levantó y sus brazos extendidos elevó hacia el techo.

—¡Qué emoción! ¡Ya quiero que llegue el gran día! —declamó en su estado menos sobrio.

—Baja la voz, Jian Yi. Vas a despertarlos —mandó, haciendo un gesto con la mano para que baje el tono de voz.

—Ah, es cierto —dejó caer sus brazos, haciendo puchero.

Fijándose a su lado izquierdo, aún yacía su soñoliento compañero que no había despegado un solo ojo ni por el alboroto que causó. Se veía bastante cómodo con los cojines arrugados encima suyo y el brazo de Shan sobre su cuello, casi cortándole la circulación.

El alcohol los dejó hecho polvo.

—Zheng Xi se ve tan lindo durmiendo —cantó—, incluso mientras se está chupando el dedo.

Y a Jian Yi también, de forma distinta.

El único con suficiente resistencia al alcohol era el mayor.

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