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 -Definitivamente no vas a salir con esa ropa a ningún lado, Toshinori Yagi. Ve a cambiarte en este mismo momento.

- ¡Por qué! ¿Qué tiene de malo mi ropa? - el rubio miró desanimado el conjunto que traía puesto. Había pasado casi tres horas para poder escoger aquella sencilla y cómoda ropa, no podía creer que su amigo lo regresara como niño regañado a cambiarse.

Mirai respiró con profundidad –Toshi- el de lentes hablo de la manera más suave que sus nervios le permitieron –Sé que eres muy torpe y despistado, y que tu sentido de la moda es igual a tu sentido de la orientación-.

-Auch

Sasaki se sobó el puente de la nariz –Pero por el amor de Jesucristo, al menos has que tu ropa combine-.

"Ah, era eso" pensó el rubio.

Bien, tal vez si no había hecho la mejor combinación n cuanto a colores, ni siquiera sabía de donde había sacado la ropa que traía puesta en esos momentos, pero no podía culparlo. Desde que habían regresado del colegio esa tarde no había parado de temblar a causa de su persistente nerviosismo. Estaba seguro de que había limpiado la casa al menos unas seis veces en el transcurso de tres horas.

Simplemente no podía evitarlo, la idea de encontrarse con Shōta de aquella forma tan casual provocaba un revoloteo de mariposas en su interior no importaba que hiciera.

No importaba que no fuera la primera vez en la que se encontraran fuera de la escuela, o la primera vez que se quedaba a dormir en su casa, pero el ser tan consiente de aquel hecho fue lo que dio el tiro de gracia en el blondo.

Mirai había permanecido a su lado en todo momento mientras hacía un desastre por todo su hogar. Sí, porque le chico que no sabe hacer los quehaceres de la casa decidió ponerla patas arriba esa tarde. El de lentes tuvo que evitar que se quedaran sin departamento esa tarde.

Luego de estar revoloteando nervioso por todo el lugar, se encerró en su cuarto desesperado por encontrar algo de ropa para alistarse.

Si, había sido un desastre completo.

Mirai suspiró rendido –Ven acá- sentenció el chico mientras guiaba a su amigo a su recamara.

Acató las ordenes de su amigo y lo siguió en silencio. Una vez en su habitación, el de gafas le indicó que se sentara en la cama en lo que buscaba los conjuntos dentro de su armario.

Con extremo cuidado y orden, el peliverde fue sacando cada una de las prendas del ropero, extendiéndolas con delicadeza en la cama y juntando las que consideraba que quedaban bien juntas. El de mirada zafiro miraba asombrado los movimientos galantes de su amigo y los conjuntos que recién había creado. Sin duda era el mejor de todos.

-Wow- exclamó alegre –Eres increíble para esto Mira, deberías considerar ser estilista o diseñador de modas- le dedicó una radiante sonrisa.

El de ojos ambarinos se sonrojó con ligereza, pero no apartó su concentración de la tarea que traía entre manos –No es nada asombroso- repeló con cierta timidez, logrando una risilla en el moreno –Solo es que tú tienes un sentido pésimo para combinar tu ropa- contraatacó, consiguiendo un pequeño berrinche en el más alto. Sasaki sonrió victorioso.

-Eres cruel ¿Sabías?

-Es una de mis más grandes virtudes, gracias-. Ambos rieron con complicidad.

-Pero en serio Toshi, debemos pedir ayuda a Tsunagu para arreglar ese horrible sentido que tienes para vestirte- mencionó con cierta burla.

- ¿Y arriesgarme a que Enji y él me asesinen en el proceso? No gracias.

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