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Todo lo que había a su alrededor era de suaves tonos rosados y amarillos ¿Dónde estaba? Shōta no lo sabía con exactitud, tan solo caminaba sin rumbo por el aparente vacío donde se encontraba ¿Era un sueño? Tenía sentido que fuera así.

-Aizawa-kun- escuchó una voz llamarlo detrás de él, una voz suave y pacífica que de inmediato borró toda la irritación que el lugar provocaba en él.

Sintió una suave brisa acariciar su rostro y mover con delicadeza su cabello.

-Aizawa-kun- ahora se escuchaba más cerca que antes. El pelinegro miró a todos lados, buscando el origen de aquel llamado; su corazón iniciaba a latir con gran velocidad, provocando una cálida sensación en su pecho.

Logró visualizar una silueta detrás de él. Al fin lo había encontrado.

Ambos caminaron con lentitud en dirección del otro. La silueta que antes era confusa comenzaba a tener sentido para él.

Frente a él se encontraba un chico de gran estatura, de no muy robusto cuerpo. Sus cabellos rubios estaban desordenados y dos mechones caían por cada uno de los costados de su rostro, rostro que aún no lograba ver.

Conforme más cerca se encontraban uno del otro aquella cálida sensación crecía, provocando un leve sonrojo en su rostro.

Se detuvieron a unos centímetros del otro. Sus cuerpos estaban lo suficientemente cerca como para sentir el calor ajeno.

Shōta se sentía nervioso, podía sentir una mirada zafiro sobre él. Sus miradas chocaron. Ahora el rostro antes borroso era claro.

Sus miradas estaban cargadas de distintas emociones que no expresaban con palabras, pero no había necesidad.

La mano del más alto acarició con delicadeza la mejilla de porcelana de Aizawa, quien por instinto recargó por completo su cabeza en ella, buscando sentir más de aquella cálida sensación que parecía adictiva.

El contrario seguía con su labor de acariciar su rostro, sin despegar aquella mirada cargada de amor, por el contrario, Shōta cerró los ojos, disfrutando la sensación que provocaban las caricias en su rostro.

-Aizawa-kun- lo volvió a llamar. El rubio acercó si rostro al de pálida piel, provocando un jadeo de protesta por su parte, sus mejillas se tiñeros con mayor intensidad; Aizawa estaba seguro de que sus respiraciones comenzaban a mezclarse entre sí.

Dejándose llevar por el ambiente que se había creado, Shōta también acercó su rostro al de el moreno. Sus labios estaban cerca, incluso llegaban a rozarse.

-Es momento de despertar- susurró en sus labios, provocando un leve escalofrío por su espina dorsal.

Todo a su alrededor se tiñó de negro.

-Vamos Aizawa-kun, debemos prepararnos para ir a la escuela- Toshinori movía suavemente al chico frente a él en un intento de sacarlo del mundo de los sueños.

Shōta abrió los ojos con lentitud, forzando un poco su vista para poder enfocar su entorno. Se sentó sobre el suave futon y comenzó a mirar a su alrededor.

Todo el lugar era desconocido para él en esos momentos.

-¿Dónde estoy?- preguntó con voz rasposa.

Yagi rio con suavidad -Estas en nuestro departamento Aizawa- respondió con simpleza. Los recuerdos de la noche anterior regresaron a su mente.

Era verdad.

-Mirai, vamos, ya es momento de levantarse- el chico repitió el mismo proceso que con él para despertar al peliverde.

Sasaki gruñó en respuesta, y con algo de cansancio en sus movimientos, al fin se logro sentar.

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