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Las risas de los estudiantes resonaban por todo el lugar; algunos estudiantes deambulaban por los pasillos a la espera de que las clases iniciaran nuevamente, otros más se encontraban aglomerados en la cafetería ingiriendo sus desayunos. Lo normal para la hora de receso.

Aizawa se mantenía atento a lo que sucedía unas mesas más lejos de donde él se encontraba con sus amigos. Toshinori y sus amigos se encontraban platicando alegremente en aquella mesa, su aura se tornaba más calmada que la que tenía normalmente en el salón, incluso parecía tener una especie de brillo a su alrededor. Suspiro frustrado.

Por más que detestara admitirlo, desde el día de la confesión su atención solo se enfocaba en el joven de rubia cabellera, no importaba qué estuviera haciendo, ni que hiciera para evitarlo, algo siempre le recordaba al carismático chico. En un principio no entendía bien lo que sucedía, llegó a pensar que su mente solo le estaba haciendo una mala jugara por ser la primera declaración de amor que recibía, sin embargo, luego de presenciar aquella escena en el supermercado, todo quedó claro en su mente.

Aquel sentimiento de genuina curiosidad estaba avanzando peligrosamente a otro más problemático.

Puede que incluso su suposición en ese momento fuese apresurada, después de todo, apenas habían pasado cuatro días de aquel suceso, era demasiado pronto para afirmar aquello. No podía tomarse a la ligera aquella teoría. Si resultaba ser errónea, quien saldría lastimado no sería él, sino el chico de brillante sonrisa.

No podría soportar el cargo de consciencia de haber causado una grieta en el corazón del chico.

Por lo que, decidido, se impuso la misión de averiguar lo que realmente sentía por el joven moreno, lo cual, a decir verdad, era más complicado de lo que pensó en un inicio.

No solo por el hecho de que las emociones eran algo complicado, no, más que nada era por la escasa interacción que había logrado tener con él desde aquella coincidencia. Su convivencia se basó en la misma antes de que el chico declarara sus sentimientos, cada uno por su lado con su grupo de amigos y sin cruzar alguna palabra nuevamente. Gruñó frustrado ante el recuerdo. Cuando había decidido ser claro con toda la situación, Yagi había hecho hasta lo imposible por evitarlo, lo cual, era indignante para Shōta.

Esa primera semana habían sido la más complicada para el azabache. Todo el tiempo se la pasó molesto y agresivo, incluso Yamada había sufrido las consecuencias de haberlo molestado cuando se encontraba en su punto máximo de estrés emocional.

Así que se vio en la penosa necesidad de observarlo de lejos para poder descifrar todo lo que tenía atormentándolo con respecto al rubio. No había otra alternativa.

Así que ahí se encontraba, detestándose a sí mismo por actuar como un acosador desde hace casi un mes.

Sorprendentemente este método había funcionado bastante bien, pues ahora mismo, sus sentimientos eran más claros que en un comienzo, pero aún no estaba satisfecho con el resultado.

Yagi había llegado a él siendo sincero y seguro de sus sentimientos, Aizawa quería hacer lo mismo.

Requeriría una segunda opinión sobre el tema, y no podía pedirle ayuda a Hizashi o Nerumi para eso; Nerumi supondría como una buena opción para hablar de ello, pero con lo obsesionada que podía llegar con estos temas la descartaba; por su parte Hizashi era su mejor amigo, su mayor confidente, pero haría un escándalo e intentaría más planes ridículos para ayudarlo en caso de que fuera verdad —no menospreciaba los intentos de su amigo, pero la primera vez que lo intentó, prácticamente ahuyentó a Yagi—. Gracias al cielo no era su único mejor amigo.

- ¿Qué tanto tecleas Shōta? - preguntó el rubio aún con comida en la boca, ganándose una mirada de asco por parte de sus dos amigos.

-Nada importante en realidad.

Su amigo lo miraba con desconfianza, pero no insistió con el tema. En algún momento le sacaría la verdad.

La campana sonó dando aviso del final del descanso.

"Ah, ya quiero que sea la hora de salida"







Si Toshinori tuviera que escoger una clase que más odiara, sin duda alguna esa sería cálculo matemático. Tantas ecuaciones no hacían más que marear al pobre chico, su atención nunca estaba por completo en la clase, siempre divagaba durante la explicación del maestro. Milagrosamente —y gracias a la ayuda de Sasaki y Tsukauchi — nunca había reprobado la materia.

El profesor no dejaba de escribir problemas en la pizarra, prácticamente este estaba lleno en su totalidad por ejercicios que se supone debían responder. Toshinori suspiró agotado. No deseaba prestar atención ese día.

Su mirada se dirigió disimuladamente a su compañero detrás de él, el pelinegro yacía dormido en su pupitre sin realmente importarle lo que sucedía a su alrededor. Se veía tan pacífico y hermoso mientras dormía. Un leve sonrojo cubrió su piel morena.

Suspiró cansado, había pasado más de un mes desde su declaración de amor, y durante todo este tiempo no había recibido palabra alguna respecto a ella por parte del pelinegro, bueno, él también se la pasaba huyendo del chico cada que la vida le daba la oportunidad.

¿Por qué el amor debía ser tan complicado?

Suspiro frustrado, regresando su mirada al frente.

Le hubiera gustado que el chico tan siquiera lo rechazara, cualquier respuesta era mejor que aquella incertidumbre en la que vivía ahora. Sentía que de esa forma simplemente había ignorado sus sentimientos.

Y eso, era mucho más doloroso que un rechazo.

Suspiró con tristeza. A este paso se volvería un ser gris que no sabe nada más que suspirar.

Necesitaba sus novelas de romance y mucho, mucho helado de chocolate.

El timbre de salida rompió su burbuja de pensamientos.

Bien, ahora podría pasar por su helado de regreso a casa, aunque tal vez su amigo no le permita gastar tanto en helado como el rubio quisiera. Tendría que usar la táctica secreta para convencer a Mirai.

-Toshinori, deja de pensar en el helado y vámonos de una vez

- ¿Acaso puedes leer la mente? - preguntó alterado viendo sorprendido a su mejor amigo, el cual ya comenzaba a caminar a la salida.

-No - contestó con su tono despreocupado -Simplemente lo dijiste en voz alta.

Los colores rojos en el rostro del moreno le hicieron compañía a la suave risa de su mejor amigo.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora