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- ¡Mira!

El de tez morena se acercó rápidamente al recién llegado, envolviéndolo en un asfixiante abrazo apenas este terminó de quitarse los zapatos.

Sasaki miró confundido a su amigo ¿Qué diablos le pasaba?

De manera torpe, y aún sin entender la razón del actuar del más grande, sobó la espalda de su amigo para tranquilizarlo.

De la misma forma abrupta en la que se había acercado, el blondo se apartó sosteniendo únicamente sus hombros.

- ¡Me tenías preocupado! No sabíamos dónde estabas y tardaste mucho tiempo en regresar ¡Casi muero por la angustia! – lo sacudió con desesperación.

Le dedicó una mirada interrogativa al pelinegro, quien se encontraba justo detrás de ellos; el chico alzó los hombros con simpleza.

Su mirada se centró en los ojos ligeramente brillosos de su amigo, y entrando un poco en pánico, solo atinó a sostener las manos que lo mantenían apresado, brindándole leves caricias.

-Me halaga ver que te hayas preocupado tanto Toshi- dijo tratando de evitar que un leve sonrojo se mostrara en su rostro por el bochorno –Pero que hayas reaccionado de esta manera solo me dice que no viste el primer mensaje-. Yagi lo miró confundido.

Mirai, en un intento de calmar el ambiente que en ese momento los rodeaba, negó con ligereza mientras hacía pequeños chasquidos con su lengua, confundiendo al par de tortolos –Enji nunca te dejará olvidarlo si se entera- una sonrisa burlona se formó en sus labios.

El rostro de Toshinori palideció, y con aquella velocidad que lo caracterizaba cada vez que su vida corría peligro, el blondo corrió al comedor en búsqueda de su celular bajo la atenta mirada de sus amigos.

Shōta miró confundido al de gafas, quien únicamente le hizo un ademan con la cabeza para que lo siguiera al comedor.

Cuando ambos entraron a la habitación se toparon con la imagen de un Yagi esperando firmemente que la tierra se lo tragara de una vez, su rostro estaba más pálido de lo normal y sus ojos se encontraban abiertos de par en par mientras observaba su teléfono.

El de gafas se recargó en el marco de la entrada mientras observaba con gracia a su amigo, tan torpe como siempre.

-Tsunagu estaba ayudando a Enji para organizar el regalo de aniversario de Rei, pero se hartó de lo extremadamente cursi y poco consiente que llega a ser Enji, así que nos pidió ayuda- explicó al rubio, consiguiendo una mirada confundida del azabache. Olvidaba que el menor no sabía de ellos –Amigos nuestros de la primaria- explicó con brevedad al chico.

-Dios, no quiero saber qué pasará en nuestra siguiente reunión- murmuró preocupado el moreno consiguiendo que las carcajadas de sus acompañantes resonaran por toda la casa, sobre todo la de Sasaki.

El timbre de un celular interrumpió las pequeñas burlas que habían comenzado a surgir contra el pobre rubio, Shōta sacó su celular y se disculpó con los dueños de la casa antes de salir a atender la llamada. Un ligero ambiente de tensión se formó entre el par de hermanos. Era la primera vez en mucho tiempo en el que no sabían que decirle al otro,  se sentía extraño.

-Mira...- comenzó a hablar Yagi con algo de timidez. El recién nombrado suspiró.

-Toshi, te dije que no tenías que preocuparte por nada de esto. Era la mejor oportunidad para dejarlos a solas a ustedes- la mirada ambarina era totalmente sincera, pero el de zafiro mirar lo miró no muy convencido de ello, consiguiendo que Mirai volviera a suspirar. Nunca sería capaz de mentirle a él. Tampoco quería hacerlo.

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