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Sin duda alguna esta era una escena que nunca creyó presenciar.

Sabía muy bien que el rubio era alguien que con facilidad agradaba a las personas, pero nunca esperó ver aquello, o bueno, al menos no en la escuela.

En ocasiones como esta deseaba darle un golpe a su destino por ser tan malditamente cliché y meloso, lo peor de todo, no le molestaba tanto como aparentaba.

Mirari y él casi terminaban sus actividades de limpieza, solo quedaba tirar la basura y acomodar los asientos. Shōta se ofreció a tirar la basura mientras el peliverde se encargaba de acomodar las butacas, sería sencillo, si se apresuraba, podría ayudar a su amigo a terminar de acomodar para poder irse de una vez de ahí.

Estaba horriblemente cansado, no entendía mucho el por qué, pero así de flojo era su cuerpo.

Caminó con cierta prisa por los pasillos en dirección de la salida, aun perdido en sus pensamientos, desde que había despertado esa mañana no dejaba de divagar en los recuerdos del extraño sueño que había tenido. Fue sin duda alguna la cosa más vergonzosa que le había pasado en toda su vida, No entendía la razón por la que su cerebro decidió proyectar esas imágenes, pero estaba seguro de algo, no había manera de negar por más tiempo sus sentimientos por el chico.

Si bien, la convivencia que tenían había aumentado, él aún estaba reacio a aceptarlos, es decir, era demasiado pronto, los sentía muy banales, no creía tener la profundidad que él rubio merecía obtener. Sentía que su amor era mucho más débil que el que Toshinori sentía por él.

Si algo sabía muy bien, era que nunca debes de tomarte a la ligera los sentimientos de los demás, no podías decir amar a alguien si realmente no estabas seguro.

Si, puede que realmente estaba enamorado del chico de dorada cabellera, pero eso no garantizaba nada. Puede que solo haya sido una pequeña atracción o, como había pensado en un inicio, una extraña fascinación por ser alguien que se siente atraído por él, no podía asegurar nada.

No estaba seguro de nada. Su única certeza era que lo que sea que sentía por el chico, estaba creciendo día tras día.

Aún si aceptaba que era amor lo que sentía ¿Qué seguía después? ¿Qué pasaría una vez que dijera sus sentimientos con palabras claras y en voz alta? ¿Qué seguía? Eso le atemorizaba. No se sentía capaz de enfrentar lo que sea que siguiera.

¿Comenzarían a salir? ¿Toshinori se decepcionaría si lo conocía más de lo que ya lo había hecho? ¿Él se desilusionaría poco a poco cunado comience a salir con Yagi? ¿Yagi lo lastimaría? ¿Él lastimaría a Yagi?

Nada estaba escrito, nada era seguro, solo podía avanzar a ciegas, esperando el mejor resultado. Así era el amor, y eso siempre lo asustó.

Sacudió su cabeza. No, no se centraría en cosas que en estos momentos no tenían sentido, al menos no por ahora. Tal vez termine hablando luego con Hizashi para pedirle un consejo "Oh, casi se me olvida"

Depositó las bolsas de basura en el contenedor correspondiente y se apresuró a sacar su celular de su bolsillo. Había olvidado contestar el mensaje de la tarde anterior. Seguramente lo molestaría de nuevo. Agh, que problemático.

Unos pequeños maullidos y una risa cálida interrumpieron su tarea.

Giró su cabeza en dirección de los sonidos para encontrarse con aquella escena.

Si, como había dicho en un comienzo, su vida era cliché, o al menos, siempre lo era cuando involucraba al chico de radiante sonrisa.

El chico de dorados cabellos se encontraba hincado jugando con un pequeño gatito, al parecer callejero, que había terminado en su escuela ¿Qué clase de anime shōjo es este? No lo comprendía muy bien, pero sin ligar a dudas, esta era la escena más tierna que pudo ver ese día.

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