▪︎ Y te protejere como en... ▪︎

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Capítulo 22:

Valeria:

Todo paso tan rápido. No cuándo fue que todo se derrumbó - en realidad , pero solo el recuerdo me hace sufrir- .

Aledis...te quiero, eres mi hermana y, no habrá día en el que deje de profesar ese cariño que te tengo. Pero, no estas bien. Desde que ella murió cambiaste.

Cambiaste para mal.

Te veo los ojos y a penas diviso destellos de lo que fuiste. Antes irradiabas felicidad, como un imán atraías a quien se cruzara en tu camino y lo envolvías en una luz tan brillante...tan pura que parecía irreal. Antes todo era mejor. Más sencillo, más...más bueno.

Me arrepiento de alejarme, sino lo hubiera hecho hoy no estarías con ese estado mental tan frágil, lamento no ver más allá de la envidia que empezaba a florecer en mi interior hacia vos, siempre eras el centro del mundo para muchos, y a pesar de yo ser la mayor, me sentía opacada...sentia que era tu sombra. Lamento no ser aquella hermana de la cual aférrate. Pero, lamento el día en el que ella nació. Si solo hubiéramos sido las dos, no hubieras empezado con tus paranoias, hubieras seguido siendo aquel ser de luz al que tantos querían, y soñaban con ser iguales.

Porque a pesar de ella también ser mi hermana, nunca fuimos unidas. Siempre ustedes dos, siempre nosotras dos, Dos bosques diferentes en todos los sentidos, y un puente que brillaba bajo la luz del sol, y resplandecía con la luna, un puente del cristal más bello que tantas cosas que los mantenía unidos.

Sino hubiera nacido, sino hubiera muerto...

Tu misma lo dijiste aquella vez, Aledis, nosotras estábamos juntas por vos, sin importar esos lazos sanguíneos que nos unían, nuestra indifencia hacia la otra era de una magnitud que querías no ver, pensar que nos llevamos bien, al igual que muchos que no entendían el sentimiento que albergamos por la otra. Porque así era más fácil mantener una relación de hermanas, en vez de dividir tu tiempo para estar con las dos, pero por separado. Más fácil para vos, más complicado para nosotras.

- Valeria. - Oí como desde el sillón del frente mi mejor amiga me llamaba. La mire haciéndole saber que la estaba escuchando. Se acomodó el cabello hacia atrás y entrelaza sus manos sobre su regazo. Una postura elegante, tan ella. - Estábamos hablando, y salió el tema de tu hermana. - Al oírla nombrarte mi atención en ella incrementó. Vi como a su lado mi otra amiga, y el único chico presente, alguien que conozco desde mi infancia y es mi vecino, asentian. - Y concluimos que de suerte no está acá. - No pude evitar tenzarme, mi espalda rígida, y mis ojos ligeramente más abiertos de lo usual. Ellos parecieron no notarlo- Siempre haciéndose la buena, era un desastre... - siguieron hablando de vos de forma despectiva, como sino fueras mi hermana o los hubieses ayudado en un par de ocaciones. Me mordi el labio inferior con fuerza y nerviosismo. -

Quiero que paren.

No pude evitar desconectarme, no quería escuchar como hablan mal de vos, como algunas partes son verdades o sentirme más culpable al yo pensar unas de esas cosas días antes de que te vayas de casa, de que ella muera y ya no seas la misma.

Eres mi hermana. ¡Debería estar defendiendo te! !¿Porque no lo hago?!

Quiero llorar, tirarme al suelo y, cual niña caprichosa empezar a patalear. No aguanto esto, pero aun así no digo nada. Aguanto las lagrimas al borde de mis ojos, ignoro el arrasador sentimiento de culpa que se instala en mi ser, y el nudo de mi garganta que a penas me deja respirar.

- ¿No te alegra que ya no este? - Me pregunto de repente mi vecino, los tres pares de ojos en mi. Ansiosos por mi respuesta. Presionando. Insistiendo. Sentia como unas sombras...unas garras invisibles me tomaban de lo tobillos y con persistencia buscaban arrastrarme hasta hundirme, hasta llevarme al infierno y envolverme en flamantes y fuertes llamas de fuego. Hasta que sólo conozca la falsedad, y este únicamente para esas tres personas que frente a mi hablan mal de la única que nunca me vio mal, me obligó a tomar una decisión o decir algo con lo que no estoy de acuerdo. -

Y yo soy demasiado devil para resistirme.

- Si...- Conteste con una sonrisa, una mueca falsa que ellos correspondieron con alegría, y que tal vez no notaron lo que escondía. Mi tono de voz inseguro. -Todo es mejor desde que no está. - Agregue, más bajo que antes. Mis dedos jugando con el volado del vestido que me llegaba hasta los muslos. Después de eso todo siguió su curso, y no se volvió a comentar nada más de vos. -

Ya era tarde, las garras se agarraron con fuerza y persuasión a mis tobillos, mi debilidad fue mayor a mi amor por ti, y la culpabilidad lentemanete se escondía tras varias puertas.

▪︎Por Siempre Juntas ▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora