▪︎ Sea un lejano recuerdo... ▪︎

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Capítulo 19:

Una semana faltaban para tu cumpleaños, cuatro días desde que hablé con aquel hombre tan desagradable. Me repugna de solo pensarlo, pero eso ya no importa, el se volvió desde que accedió a ayudarme -supuestamente yo también lo ayudaría, una insignificante y ideal mentira- en otro peón en mi tan meticuloso y perfecto tablero. Un peón que hoy movería.

Muchas personas en un pasado adularon mi sobresaliente inteligencia, lo bondadosa que podía ser y como con tanta facilidad me acoplaba a todo y todos. Ahora, en mi resalta aquel cinismo que pocos me reprocharon, también en mi persona es muy destacable aquella manera que poseo de engañar y manipular a mi antojo a quien yo elija. Pero, quien fui no es quien soy. La vida te cambia, y la muerte también.

-Adela. -Te llamé una vez entre a la habitación con inusual felicidad desde lo que paso semanas atrás. Había hecho unos arreglos de último momento y, por ello -y gracias al hombre tan fácil de convencer con el que me reuní cuatro días atrás- he obtenido su permiso para adelantar los preparativos. -

- ¿Si?- preguntaste desviando tus ojos aún con destellos de inocencia, del libro en tus manos hacia mi. -

-He pensado que nos vendría bien salir un poco. - No hizo falta que agregara nada más, ya habías dejado tu libro sobre la cama y comenzado a vestirte. Fue cuando volví, que me di cuenta que no podías seguir como estabas y, con voz que no dejaba lugar a peros o desobediencia, te ordene que cambies de actitud, que -sin importar que sea forzado- sonrías, y te arregles. Como siempre no dudaste en seguir mis ordenes. -

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El clima era fresco, no lo suficiente para llevar puesto un abrigo, pero si para causarte algún que otro escalofrío con las brisas que se daban de vez en cuando. El sol comenzaba a esconderse dando paso a una hermosa -y momentánea- combinación de colores para muchos. En mi caso, era algo poéticamente absurdo, esos colores muestran una magia diferente a muchas, hipnotizante, un cuadro que va más allá de lo perfecto, es aquello que hace que la imperfección de la vida no se note. La vida es oscura, -algo que no merece la inocencia, gentileza y maravilla de Adela- y, aquel cielo ignora ese hecho, todo -o todos- lo que ignoran algo me desesperan, simplemente molesto. Claro, que ahí no entras vos, yo hago que ignores lo que se avecina para protegerte, y eso no es irritante...eso está bien.

Vos caminabas con la cabeza inclinada y los brazos cruzadas atrás de la espalda, tus manos se retorcía con inquietud. El cabello que caía por los costados de tu rostro impedían que vea tus expresiones.

-Deja eso. - mi voz jamás deja de tener ese tono autoritario de siempre -algunas veces notandoce más que otras-. Levantaste la mirada, tus ojos dudosos posados en mi persona y, aunque sabias a que me refería, querías que lo confirmara. - No pienses en el futuro, en tu cumpleaños o en...ellos- lo último lo dije con desprecio, veneno impregnado en cada silaba de solo imaginar a tu familia. - Estás conmigo y es todo lo que importa. - termine por decir. Ahora, tu mirada era más segura, tu postura se vio relajada y una sonrisa me fue dedicada. Aquella vez no hablamos ni siquiera al regresar a casa o antes de que vayas a dormir. Esa vez las palabras sobraron entre nosotras. -

Siempre juntas, ni la muerte nos separará.

▪︎Por Siempre Juntas ▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora