▪︎ ¿Y si te digo... ▪︎

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Capítulo 14:

- ¡Pero es verdad! - seguiste insistiendo mientras elevas el tono de tu voz. Estas frustrada, tus ojos se cristalizan y te sientes más sola que nunca. La impotencia de parecer loca y que nadie te crea inunda cada célula de tu cuerpo. Quieres llorar de la frustración y sientes como tu corazón late desenfrenado, en tu mente tienes miles de argumentos, aún así no puedes exteriorizar ninguno. -

-Hija...- susurro tu madre con el pesar refregado en sus ojos, extiende un mano con la intención de llegar a vos, de tocarte y suavemente acariciarte como en antaño cada vez que te sentías mal, pero te apartarte y ella con tristeza se aleja. - Se que la extrañas, pero... - su voz era baja, pero audible debido al incomodo silencio que reinó por unos segundos la habitación. Todo resultaba tan sofocante. -

- Pero, no debes inventar historias tan...tan atroses- La voz de tu papá, quien con un brazo atraía ppa tu mama hacia el, sono impotente, grave y gruesa, no vacilaba, pero apesar de querer imponerse ante todo y todos un deje de melancolía se asomaba en sus expresiones. Tenia el ceño fruncido y una mueca de disconformidad. Tu hermana se mantenía atrás de ellos en sumo silencio, no quería intervenir, aunque si era necesario saltaría para que entraras en razón. -

Hace al rededor de una hora que llegaron, tu madre vestida con unos jeans ajustados junto a una camisa blanca metida adentro, sus manos repletas de anillos finos, que desde siempre portó. Su cabello le llegaba unos centímetros por abajo de los hombros y su rostro maquillado de manera sutil, un labial rosa pastel, un delineador y un poco de sombra gris, por último calzaba unos tacos negros de ajuga. Entro con la preocupación en cada unos de sus movimientos y fracciones al igual que hermana, quien portaba un vestido floral suelto de cintura para abajo, unas zapatillas Adidas y el cabello en una perfecta coleta de caballo que hacía relucir su rostro, siempre con un collar plateado que tenía un dije de un ave emprendiendo vuelo que le había regalado una persona muy especial, tanto para ella como para vos. Estaba rígida, tensa, siempre atrás de sus padres viendo el mejor momento para intervenir. En cambio, tu padre llevaba su cabello azabache y sumamente corto peinado para atras, apesar del calor de ese día, llevaba un traje negro con la camisa blanca desabrocada en los primero cuatro botones y la corbata desacomodada, ya que, en un momento de la charla con desesperación la movió, tal vez como un vago intento para relajarse y respirar mejor debido a lo cansado que se encontraba. Era alguien muy caluroso, pero tenía intenciones de irse a trabajar antes, aunque por algunos motivos se desvió hasta acá, lo cual hacía que no llevase ropa más fresca y cómoda.

Yo permanecía sentada en la cama con las piernas cruzadas, me encontraba neutral, no tenía intenciones de parar esto o tratar de que Aledid se relaje ayudándola a decir y poner en orden sus pensamientos. Era cosa de ella y, por eso debía resolverlo sola. De seguro si fuera otra persona ya tendria jaqueca y unas ganas de salir cuanto antes de ese lugar. Las ventanas estaban abiertas, pero el sol brillaba con insistencia en el despejado cielo de un celeste que con tanta paz le acompaña haciendo imposible que haya viento en un día tan seco y sin una mínima brisa.

- ¡Ya lo dije! ¡Es verdad! - volviste a exclamar cada vez más alterada si eso era posible. - ¿por qué no me creen? -preguntaste en ese momento en un devil susurro, estabas exhausta, nadia te creía y mucho menos te apoyaban. Querías que todo acabará, estabas triste...demasiado triste. Sonrei. No importa, yo si te creo. Solte una breve risa y volví a prestar atención a la escena que se desenvolvía enfrente mío. -

-¡Porque es imposible! Al principio tratamos de mostrarnos comprensivos... pero ya no más- Al fin, la hermana mayor ha explotado. Su grito los sobresalto a todos, y su voz se quebró al final, gesticula con las manos tratando de señalar lo obvio, en una de sus manos sostenía su celular de funda blanca. Lastima que ustedes sean los que están equivocados. -

- Te llevamos con el mejor psicólogo, habíamos pensado que era la edad, pero cuando insististe tanto...cuando el año pasado dijiste que solo así estarías con ella...¡Casi mueres por eso! ¡No podemos dejar que te hagas más daño! -Tu mamá dijo recordando todo lo pasado el año pasado y los anteriores, desde aquel primer accidente cuando tenías solo quince años y me necesitabas más que nunca. Siempre tan unidas. - te llevaremos a casa y te cuidaremos como nunca pudimos hacer. Volverás al psicólogo y si eso no saca esas absurdas ideas de tu cabeza, te llevaremos con un psiquiatra. - Termino por decretar. -

-¡¿Que?! ¡No!- Restrocediete unos pasos hasta chocar con el borde de la ventana, el miedo como fuego viviente en tus ojos. Cerro sus dos manos con fuerza llegando a lastimarse con sus propias uñas a su vez que negaba con la cabeza y también cerraba los ojos. Al abrirlos solo se veía decicion y, sin que nadie lo predijiera, salió corriendo a toda velocidad de la habitación. No me levante ni hize movimiento para seguirla, ya la alcanzaría después. Siempre lo hago sin importar cuánto huya, a donde se esconda o la ventaja que me pueda llegar a tener. Esto era más divertido. Las expresiones de los otros tres en el cuarto era de desconcierto. Me pare y los mire una ultima vez. Sabia que seguirían intentándolo, seguirían buscando llegar a ella. Sonrei con cinismo. Lastima, solo pierden su tiempo, nunca lo lograrán, porque ella solo me tiene a mi. Ustedes no significan nada en su vida ahora, no la entendieron, no le creyeron y ella en estos momentos se siente desolada. -

Que suerte que estoy yo para consolarla.

▪︎Por Siempre Juntas ▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora