▪︎ Epílogo ▪︎

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El día era soleado, caluroso. El cielo estaba despejado y las personas se veian más felices de lo usual. Las calles de piedra llenas de personas que iban y venían, parecían con mil cosas que hacer. Hasta algunos se hallaban haciendo compras de último momento.

Y, entre todo ese ajetreo, ya próximos al festival anual, en donde se celebraba un nuevo año de vida, prosperidad y a donde solo se brindaba amor hacia el otro, hacia la vida, hacia aquellos que por ahí solo se cruzaron una vez en tu camino, me encontraba yo. Relejada. Dispuesta a brindar amor. El aire era tan puro que parecía una caricia a tus pulmones, y la brisa tan tenue que aparentaba darte un beso en la mejilla, y peinar con cariño tu cabello.

-¡Hola! - Alguien grito con efucividad a mis espaldas, seguidamente un brazo paso por mis hombros en un suave abrazo. No me sorprendió, últimamente estaba más animada. - Ya tengo el vestido para el festival, me gustaría que lo vieras antes. - Siguio hablando mientras continuamos avanzado por las calles de aquel pequeño pueblo rodeado de una bella fauna, árboles que parecían barreras, y flores que provocaban que todo siempre huela increíble. - Aunque, Sara me dijo que tiene uno que hará que resalte más. Así que supongo lo vere a último momento. -

Sara. Alguien bella sin lugar a duda, cabello liso y negro igual al carbón que le rozaba las rodillas, siempre brillante y cuidado. Sus ojos eran tan transparentes, y no solo por el precioso celeste de sus ojos que me hacían acordar al topacio, sino porque transmitía todo lo que sentía y pensaba a través de ellos. Tenia unos labios finos que siempre se encontraban pintados por un labial carmesí, y sus pestañas se alzan con rimel, luciendo más largas de lo que naturalmente las tiene. Es alguien simpática, quien nos dio la bienvenida en esta etapa, y en seguida con su carisma se volvió su mejor amiga. Sara parece tener un imán, atrayendo y cayéndole bien a todos.

- Por suerte se ofreció a ayudarme con el maquillaje porque o sino iba sin nada o lo intentaba y le hacia competencia a cualquier payaso. - Asentia a lo que decía. -

- Disculpa. - Le dije a su vez que paraba de caminar y me ponía en frente de ella. - Pero, ¿Te parece si hablamos más tarde? Tengo que hacer algo urgente. - Me miro fijamente, pestaño y sonrió. -

- ¡Claro! No hay problema. - Se dio la vuelta y estiro la mano hacia arriba en modo de saludo. - Vere si quedo algun preparativo para el festival en el que pueda ayudar. - Luego de decir eso salio corriendo, y aunque no la vi, sabia que estaba sonriendo tan brillante como un sol. -

Aledis...

Cualquier regalo, o descripción de lo fabulosa que sos se quedaría corto.

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Pensé que después de tanto no volvería a verlo, pero se ve que raramente me equivoque. Le mire seria, con los brazos cruzados por encima de mi pecho.

Esta vez tenia lo que quería, y no me iba a doblegar o si quiera bajar la cabeza ante nadie.

- Arón. - Segundos luego de pronunciar su nombre hize una mueca de desagrado. Lo mire de pies a cabeza para al final regresar a sus ojos. Ya quería terminar con esto. -

- Te di lo que querías. Reencarnaran cada que mueran, y si algún día el mundo acaba, ustedes seguirán viviendo. Los recuerdos de ella serán borrados como hace siglos paso, solo si ves que duda de vuelta en reencarnar. Por ahí, tenga sueños de vidas pasadas, pero nunca del comienzo. - Me informo. Resople. Ya lo se. - Su esencia permanecerá, y siempre estarán juntas. - En ningun momento sonrió, tal vez desde el principio de su larga y inacabable vida en el infierno lo hizo. Ni siquiera mostró alguna emoción cuando reclamó, lo que sabía, no se olvidaría. - Pero, a cambio, me servirás a mi, harás lo que te solicite y sin cuestionarme. -

Rei, una risa seca y sin gracia alguna. -Yo no serviré a nadie. - Recalque cada palabra como si fuera una solución a algún problema que por más que explique no entiende, y mi paciencia se agotara. - Y menos para ti. No me importa si eso te enfurece. Ya no puedes hacer nada. Esa noche en su cumpleaños perdiste tu autoridad sobre nosotras. Si nos haces algo reencarnaremos como queramos y a donde queramos. - No dije más, ni me moleste en ver su expresión descontenta o preocuparme ante la idea de él buscando algun tipo de venganza. Di media vuelta y sali de ahí. -

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La veia bailar, disfrutar y reír, y supe que había elegido bien. Ahí, en medio de la fiesta, siendo el centro de atención de miles de miradas, bailando y haciendo que su vestido blanco se mueva a su compaz junto a su cabello, con los labios resaltando por un labial brilloso y sus pómulos levemente rosas, no me quedo duda -si es que en un momento la hubo- de que es una estrella destinada a brillara por toda la eternidad y yo su gia, la encargada de que eso pase.

Ella es única. Mi hermana. Mi mundo. El mundo de todos aquellos que la conocen.

Y, nada ni nadie, ni siquiera la muerte, va a detenerme para asegurar su felicidad.

Para hacer que su brillo nunca se extinga. Sin importar que.

▪︎Por Siempre Juntas ▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora