Cap 43: Mágica Odisea

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Fashta: ¡Flash!

Anciano vendado: ¡Cierren los ojos!

Una rápida reacción ante el peligro inminente, embebecido en la arena y empapado en las llamas que lentamente avanzaban entre mis ropajes. En reflejo al peligro intenté cegar a mis enemigos, pero cierto conocimiento tenía y tomaron medidas al respecto. No importaba que tan solo se hayan protegido los ojos por unos segundos, aún servían para alejarme tanto como me fuese posible.

Fashta: ¡Heal! ¡Heal! ¡Heal! ¡Heal!

Logré alcanzar uno de esos monolitos de piedra, sus grandes dimensiones me ocultarían de ellos, por lo menos unos cuantos segundos. Y una vez bajo su larga sombra de protección, retiré aquella flecha sobre mi brazo, tuve cuidado del sangriento rastro, pues las gotas se habían deslizado cual serpientes hasta la punta de mis dedos. Aquello dejó una cicatriz que a simple vista aún se sentía el dolor, pero aquella tención me permitió olvidar, para luego reemplazar por una búsqueda incesante.

Anciano vendado: ¡Tsk! ¡Como odio a los que son escurridizos!

Rápidamente observé mi tarjeta, analizando los lugares donde podría teletransportarme y salvarme: Axel, La dungeon de Ziedning, La mazmorra de Vanir, El cielo, y nada más. Prepáreme para un viaje de último segundo, los efectos ambientales y la luz celeste poco a poco rodeaban mi cuerpo; sin embargo, algo parecía bloquear el sol, su sombra se reflejaba en mí, este mismo iba creciendo a medida que se acercaba. Un pequeño vistazo atrás, observase la figura del gran muro que me resguardaba que con un corte transverso se precipitaba sobre mi ser.

Arquera: ¡Ahí está!

Anciano vendado: ¡Finalmente! ¡No te preocupes será un corte limp...!

Fashta: ¡Dodge! ¡Snipe! ¡Snipe! ¡Snipe! ¡Lightning!

Nuevamente me lancé al esquivar, aquella pesada estructura me hubiera aplastado sin esfuerzo alguno. No era muy ágil, y mi pequeño salto me dejó casi indefenso. Aquellos que buscaban mi cabeza se percataron, y el sujeto de la gran espada no dudó en abalanzarse. Intenté pararme de todos los modos, pero los continuos hechizos provocaban que vuelva a la arena. Sin mucha opción y con el riesgo acercándose peligrosamente rápido, así vertiginosamente con el arco en mi espalda, y con la misma velocidad arrojé tantas flechas como pude para detener a mi enemigo.

Una tras otra las flechas eran cortadas o bloqueadas con gran habilidad, no obstante, uno logró alcanzar su objetivo, en medio de la rodilla. Del dolor, el misterioso sujeto cesó su avance, aquella punta afilada provocó su tropiezo y arrodillarse en medio del camino. Estaba indefenso, desprevenido y falto de atención sobre mí, era mi oportunidad para deshacerme de uno de ellos. De esa manera, volví a ocultarme para evitar más ataques ajenos, y una vez mi hechizo estaba listo, salí ágilmente para ejecutar mi plan.

Anciano vendado: ¡Agh...!

Paladín: ¡Viejo!

Ese tipo vendado por poco y no lo cuenta, pues aquel relámpago de azulado tono, zigzagueante y raudo, fue esquivado; no obstante, el receptor pudo percibir como aquel hechizo chamuscaba su plateado collar con punta de obelisco. Del todo mal no salió, pues, aunque sea esquivado por uno, aquel a cuya espalda se encontraba, fue dejado fuera de combate. Sujeto de alta estatura y enjuta apariencia, paladín con escudo y espada corta en la mano, su armadura parecía estar oculta bajo su oscura túnica, la cual alguna que otra vez se dejaba ver el azulado tinte cuando venía en ayuda de su herido cómplice.

Este último se acercaba al rescate de su camarada, pero al distraerse, el mortal relámpago se abrió paso hacia él. Aquella velocidad iba en su contra, el tiempo para un salto salvador no existía; sin tener de otra, en un acto reflejo, intentó cubrirse con sus brazos cubiertos en cuero. Lastimosamente no llegó a tener resultado, pues al disponer sus brazos en "x" para defenderse, la azulada luz encontró su camino justo por debajo de sus unidas muñecas, quemando la piel e impactando en la mitad del pecho.

¡La maldición del Demonio en este horrible mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora