Cap 102: Latente Paranoia escarlata

93 17 2
                                    

Nuestra partida hacia el rescate comenzaría rápidamente. Tenía mis dudas al respecto, una gran inseguridad y sentimiento de peligro, pero un simple pensamiento me daría un punto de impulso. Varios enemigos ya conocidos podrían acabar conmigo con facilidad, pero estaba bastante seguro que sus heridas me darían el tiempo suficiente para ir a esa misión de rescate. Y cada paso en ese camino me confirmarían ese pensamiento.

Ciertamente fue complicado el camino, buscando evitar cualquier posible confrontamiento, sorteando grandes agrupaciones de soldados enemigos. Con aquel propósito guardaríamos nuestras fuerzas para el inevitable momento de lucha al llegar con Haruka; pero el mío era diferente, era guardar la mayor cantidad de energía para huir de Tetsuo o de Akina, personajes que no vería rastro de ellos en todo el transcurso.

Nuestro grupo estaría guiado y liderado por Dai, quien lograba recordar a la perfección el camino hacia Haruka. No obstante, yo también me encontraría en la delantera junto a ella, bajo la excusa de ser quien detecte a los enemigos poderoso para evitarlos. Realmente solo deseaba encontrar los rastro de los cabecillas y poder retirarnos.

Aunque hubo algunos otros pensamientos pasando por mi cabeza en el trayecto, mientras corríamos de lado a lado y acabábamos con débiles cuadrillas, era aquella maldición que tanto me intrigaba y recordaba haber leído al respecto hace tiempo. No obstante, ante la pregunta a mis cercanos, estos prefirieron posponer toda explicación ante la aparente ignorancia o complejidad del tema.

Al tiempo llegaríamos hasta el lugar donde un muro de escombros aisló a Haruka del resto. Todo aún seguía tal y como se había abandonado, con varias rocas de diversos tamaños por todos lados. Otras muchas aglomeradas entre sí hasta formar diminutas montañas de grandes dimensiones a comparación del cuerpo humano. Este bloqueo era simplemente demasiado para que todos en el grupo lidiaran con ella sin problemas al treparla o al intentar destruirla con magia.

Empero, de alguna u otra forma terminaríamos encontrando la forma de llegar al otro lado. Buscaríamos escalara un edificio, sencillo y de relativa facilidad, pero que, al mismo tiempo, no aparentara estar a punto de derrumbarse al mínimo contacto. Para ello nos desplazaríamos hacia la izquierda una mediana distancia hasta encontrar la estructura deseada. Desafortunadamente, se daría otro problema, no todos tenían la suficiente destreza y la agilidad para trepar segura y rápidamente, tan solo sería logrado por cuatro de siete: Akemi, Dai, Aoi y mi persona.

Antes de perder más y buscar formas más rudimentarias de permitir que los otros escalen las altas estructuras, Aoi propondría acudir a las sogas que al gran mayoría de ladrones poseía al alcance de su mano para situaciones ajenas a las actualmente relatadas. Anudando de los extremos una soga tras otra, crearíamos una sola y unificada, de la cual las tres restantes aventureras lograrían subir a la par; más bien, lograrían ser arrastradas hasta la cima por reacción de la fuerza combinada de Akemi, el muerto viviente Kyouya y mi persona, al tirar de la soga.

Por otro lado, mientras nuestras manos ejecutaban dichas labores, Dai y Aoi se encargaría de defendernos de cualquier ataque repentino; sin embargo, el panorama frente a ellas estimularía a una de ellas a actuar precozmente.

Todos podíamos verlo, incluso aquellos que mantenían su atención en tirar de la soga, giraban periódicamente para observar esa desoladora escena. La enorme zona que poseía sobre sí un bosque de edificaciones residencial, ahora tenía una extensa llanura en toda la mitad de su territorio. Las piedras se habían convertido en polvo y arena aún presente sobre al superficie, otorgando al lugar un ambiente grisáceo y triste. Pero en el mismo centro del desértico lugar, se encontraba una depresión cilíndrica de grandes dimensiones de la cual emanaba magma, o eso era lo que se apreciaba ante nuestros ojos.

Ante el panorama todos sentíamos preocupación por una u otra razón, pero Dai fue la más afectada por este sentimiento, pues esta la llevó a aventurarse por su cuenta a esa llanura en busca de Haruka. Aoi le presentaría la primera resistencia para evitar que se retirara, pero ante su eminente fracaso, Akemi intervendría de inmediato.

¡La maldición del Demonio en este horrible mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora