Cap 45: Esplendor

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El público se encontraba sumergido en la emoción y los gritos, adulaciones, insultos, maldiciones. El bullicio resonaba en mis oídos, exagerando el eco de sus grotescas sugerencias, las que al unísono parecían mencionar: "¡Mátalo! ¡Acaba con él! ¡Decapítalo! ¡Acaba de una vez con él!" Sin embargo, podía percibir pequeñas voces, dichos de animo que enmudecían ante la opinión popular; y que intentando evadir todo problemática, reducían sus aclamaciones a leves sonidos o perceptibles movimientos de labios: "Tú puedes. No te dejes intimidar. Sé que vencerás. No escuches a los demás"

Semejante estupidez, analizar el entorno en plena batalla, a cualquier otro le hubiera costado la vida el acto. No obstante, no era mi situación, en sí no era buena idea enfrentar a un maestro en la espada con el arma de su mayor dominancia, y creído el rival, no movía ni un solo músculo más que su brazo para bloquear ataques. El espectáculo apenas había comenzado, y mis oportunidades de dar un gran show disminuían a medida que insistía. Era hora de un cambio de estrategia.

Dada su método de ataque, la distancia podría jugar a mi favor, sobrecargar su defensa la quebraría, continuos ataques sin descansar podrían darme la victoria; y si el lejano espacio entre los dos se acorta bruscamente, capaz de bloquear o esquivar me permitiría mi espada. De tal forma me alejé del enemigo, él simplemente se inmutó a la par de su largo bostezo, desenvainé el arco de mi espalda, desempolvé los gritos en mis flechas, y me preparé a disparar. El oponente ha sonreído pícaramente.

Fashta: ¡Snipe! ¡Snipe! ¡Snipe! ¡Snipe!

No espere otro segundo a desencadenar una lluvia de flechas, el contrincante esquivaba las primeras con gran agilidad y esfuerzo, interponía la hoja entre la carne y la afilada punta de la sagita. Empero, no era el único cuyo cuerpo era ágil, pues mis pies supieron reaccionar al instante, giré entorno a su ser, rodeándolo y disparando a absolutamente a todas las partes de su cuerpo en poco menos de un minuto. Algunas simplemente no alcanzaban su objetivo por el audaz movimiento, pero aquellas cuyo objetivo tenían en claro, eran con gran dificultad evitadas. Esta vez la habilidad de Palatres se vio en apuros, era incapaz de quebrar todas las flechas que se arrojaban, pero sí podía esquivar. Entonces aumentó su prudencia, la bestia roja comprendió que quedarse quieto no le haría bien, y al desplazarse acrobáticamente, evitando toda flechas, se dejó llevar por su arrogancia.

Fashta: ¡Concealment!

Palatres: Esto ya es una mejora. Es una buena forma de calentar antes del... ¿Dónde est...? ¡Agh! ¿Qué...? ¡Agh! ¡Maldición!

Ante los ojos furiosos de los demás, desaparecí por unos segundos, máxima sorpresa representó sus rostros incesantes en mi búsqueda. Palatres se percató de lo sucedido poco después, y de igual manera quedó confuso, tal vez por su cabeza atravesó la idea de mi escape. Puras calumnias llegaron, como la cobardía de huir o mi falta de valor al no atacar cuerpo a cuerpo, ninguno de ellos realmente me afectó, pues no había huido, simplemente me desvanecí. Barbarroja mostró cierto enfado que lentamente crecía desde su interior, no obstante, de la nada volvieron a aparecer la lluvia de flechas.

Tan solo me había escabullido al flanco izquierdo, donde la espada no podría llegar fácilmente. Muchos de los proyectiles lograron impactar exitosamente, y aunque no lograron perforar del todo su gruesa carne, permitieron que la sangre se escurra de brazos y piernas. Impedimento no fueron los miembros heridos, pues en un brusco salto logró acercarse peligrosamente a mí. Desenvainó su espada en el proceso, el tiempo parecía detenerse a medida que lo veía llegar, su objetivo era directamente a mi cabeza y con el corto tiempo de reacción pensé que no lograría evadirla.

Rompiese en miles de añicos el suelo, la gruesa capa de madera y piedra fueron reducidos a polvo de inmediato, el impactó lo destruyó al instante. Y vaya mi suerte que en el último instante logré saltar a un lado, no obstante, el ataque no se detuvo ahí, la distancia aún era corta y mi cuerpo peligrosamente al alcance del filo de su hoja. Palatres retomó el ataque, desde abajó y sin soltar en ningún momento su espada, forzó el camino del filo hacía arriba, intentando cortarme verticalmente en dos.

¡La maldición del Demonio en este horrible mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora