Cap 42: Peligrosa soledad

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El sol se encontraba en su máximo esplendor, sobre mí sentía esos cálidos rayos que encajaban con cierta jocosidad en mi sonrisa. Así mismo, por las calles iba de un lado a otro, al principio sin rumbo alguno, pues sobre mi mente rondaba el placentero sentir de la victoria; después, recordase mi vaga mente el peligro de asomar ese tímido símbolo por accidente, en consecuencia, mis pasos cambiaron su rumbo, ahora buscaban las herrerías dispersas en la ciudad.

No tenía muchos días de pie en esa ciudad, gran parte de ella aún era desconocida para mí. De esa manera, con medio día para mi completa libertad e independencia, realizaría un poco de turismo a la par que busco por esos talleres. El dinero no sería problema, pues silenciosamente oculté parte del botín entre mis bolsillos, la justificación era la necesidad de obtener armamento tan pronto como sea posible.

En sí mi mente aún seguía distraído, muchos temas atravesaban mi mente, eran tan variados y desordenados que, en lo correspondiente a atención, saltaban de un nivel a otro. Pensaba desde lo divertido que era ver a Aqua replicar el método que usé, donde fracasaba al recibir un golpe en ese cráneo vacío; o el corto tiempo que nos quedaba para saldar nuestra jugosa cuenta; o meramente el hecho de confrontar un ineludible racismo por estas orejas puntiagudas. Estos pensamientos libraban mi mente de la realidad en ocasiones, omitiendo aquellos detalles que señalaban el constante andar detrás de mi espalda.

Al desconocer dónde se encontraría el taller más cercano a mi posición, me vi obligado a preguntar entre la multitud. Vaya mi sorpresa al intentar preguntar, muchos se burlaban de mi ignorancia, otros aludían a que era asqueroso, y otros simplemente se alejaban de mí en silencio. Ya desde ese punto se veía los indicios del peligro de andar solo en la ciudad, pues había varios ojos que apuntaban a este frágil y oculto cuello, buscaban su sangre al aproximarse entre las sombras de mi visión.

El gremio era un lugar tentador, era el más grande y accesible de esa ciudad; sin embargo, ciertas punzadas se presentaban en mis piernas en pensarlo, parecían sugerirme evitar el lugar. Sin otra opción, decidí dejar para un último caso mi visita a ese lugar; hasta entonces, haría turismo hasta en los rincones de esta ciudad, de alguna u otra manera debería de encontrarme con una herrería. Efectivamente mi despistado caminar me llevó ante un taller de tamaño medio, se encontraba entre una librería y una iglesia de Eris.

Dado el momento, un objeto extra debería de comprar, el reemplazo de esta máscara que evitara toda confusión de mi naturaleza, y aún oculte este condenado rostro. Cierta voz en mi cabeza indicaba la inmoralidad de deshacerse de este metálico casco, después de todo fue un regalo, uno que ha resistido incluso los golpes de Dai y una explosión sin sufrir rasguños o bolladuras.

Herrero: Buen día avent... ¡Un elfo! ... Tsk ... ¡¿Qué quieres?!

- "Vaya forma de recibir a un cliente"

Fashta: Vengo por piezas de armadura, uno que cubra gran parte de mi torso... Ese se...

Girase mi cráneo al observar en todas direcciones, y en un punto dado se topo con una pieza perfecta, tan solo era una placa que cubría desde la clavícula hasta el abdomen, era perfecto. No obstante, antes de llegar a poner un dedo por encima de él, raudamente el dueño se interpuso, ocultando disimuladamente el precio de 150 000 Eris.

Herrero: Claro, claro. Serían unos 350 000 eris.

Fashta: ¡¿Qué?! ¡Pero es más del doble del precio!

Herrero: ¿El doble del precio? ¡Es el precio normal jovenzuelo! ¡Paga o vete!

Fashta: ¡No pienso pagar más de su precio! ¡Pagaré 150 000, tal y como es! ¡No crea que dejaré que me estafen de esta manera!

¡La maldición del Demonio en este horrible mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora