Cap 62: Cambios y más cambios

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Fashta: ¿Qué rayos haces aquí?

Lúpulus: Finalmente me he decidido vivir mi aventura, y que mejor manera que hacerla jun...

Saratoga: Ese no es el punto, este lugar es sumamente peligroso, podrías mo...

Lúpulus: Lo mismo podría decir de usted. Ni siquiera porta consigo una armadura Saratoga-sama. Así que yo puedo estar aquí.

Abría de par a par las rejillas de su yelmo, constantemente lo realizaba, pues de sus pequeños y entusiastas saltos, añadido su descuido, hacía que una y otra vez estas cayeran haciendo eco en el metal. Sonido el cual irritaba al que portaba el fuego en su piel, y cuyo pie dio un paso al frente para hablar con el muchacho sobre su posición.

Palatres: No, solo eres un mesero sin experiencia en batallas, serás una carga más. Así que, maga carmesí.

Yunyun: Me llamó Yunyun.

Palatres: Guardemos para después la formalidad, lleva a este tipo de regreso.

Yunyun: *Suspiro* Si... Lúpulus-san, acérquese.

Lúpulus: ¡No! ¡He esperado esta oportunidad por mucho! ¡Ayer casi muero sin hacer realidad este sueño! ¡!No me iré!

Palatres: No pedí tu opinión mocoso, regresarás te guste o no.

Yunyun no se mostraba para nada cómoda con la imperante voz que le exigía obedecer sin reprochar. Así mismo, el novicio se negaba rotundamente mientras paso a paso se alejaba de ellos. Colmada la paciencia del pelirrojo, este no tardó en abalanzarse sobre el muchacho, el cual, al ver sus intenciones intentó huir inútilmente. Desde el brazo derecho lo arrastraba por los hongos hasta la maga, sin importar cuanto el secuestrado forcejeara por su libertad.

Lúpulus: ¡Vamos! ¡Por favor! ¡No seré una molestia, lo juro! ¡Si es necesario yo llevaré el equipaje o cualquier cosa que consigan de la mazmorra! ¡Ni siquiera pienso cobrarles o algo así!

Fashta y Saratoga: ¡Trabajo gratis!

Fashta: Tal vez deberíamos quedárnoslo.

Saratoga: Palatres, déjalo ser. El muchacho quiere vivir la vida

Palatres: No lo haré, cometerá demasiados errores provocando un retraso en nosotros. No permitiré que ello suceda.

Saratoga: *Se aclara la garganta* En ese caso, antes de que prosigas Palatres, me gustaría contar una breve historia. Érase una vez un vagabundo muchacho que llegó a tierras de un gran señor feudal. El niño, junto a su hambrienta hermana, llegaban magullados de heridas provocadas por los goblins que no lograron ni herir....

Palatres: ¡Ah! Espera, espera, no sigas, detente.

Saratoga: Solo si permites que Lúpulus se una.

Palatres: ¿Qué parte de que será un estorbo no entiendes?

Saratoga: ... Se presento ante el señor Feudal como alguien de gran talento para la espada, pero en cuanto el Rey lo puso aprueba, su gran argucia fue revelada, era su hermana la que al menos lograba empuñar acero, a diferencia de él que ni del suelo lograba levantarla.

Palatres: Está bien, está bien, este tipo se queda.

Lúpulus: ¡Mis primeros pasos!

No podíamos evitar prestar atención a aquel relato, pues además de conocer a la perfección a quién se refería su realeza, también era la belleza y etiqueta con la que este lo narraba lo que nos enganchaba. En cada elegante movimiento de manos, Palatres enrojecía levemente, hasta que este ya no pudo ocultarlo más y cedió.

¡La maldición del Demonio en este horrible mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora