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"Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad."

Marguerite  Yourcenar.

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¡En edición!

𝐎𝐮𝐫 𝐃𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐨𝐮𝐬 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭
❤︎ 𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑆𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜 𝑃𝑒𝑙𝑖𝑔𝑟𝑜𝑠𝑜 ❤︎

— Salud, por lo maravillosa que fue esta noche, sin meter la cachetada de la estúpida de Soyeon.

Jeongin y Hyunjin se encontraban sentados sobre aquella cómoda cama belinesa, en el mini patio de la habitación de aquella posada lujosa donde se iban a quedar esa noche y probablemente el siguiente día completo. Ya que el ojiazul se antojó de querer estar en la piscina. Decidieron no irse a un hotel, porque Hyunjin dio la idea de ir a una posada costosa que él conocía. Y casualmente pagaron por la habitación más cara, que tenía hasta su jacuzzi privado y un buen patio con vista al mar. A Hyunjin le gustaba estar en lugares tan comdoo y acogedores como ese. Ahora se deleitaba con el deliciosos vino tinto del año, mientras se relajan mirando el pequeño jacuzzi burbujeante.

Ambos brindaban, chocando cuidadosamente sus copas, y riendo entre ellos, mientras dejaban al alcohol fluir por su sangre, para quitarles el azúcar, quemarle las neuronas y volverlos mierda absoluta.

— Joder, no soporto a esa mujer, y no la golpeo por eso mismo... porque es mujer. — Se quejó el de ojos azules, sirviendo más vino en su copa.

— Bueno, cariño, ¿qué hacemos?, Minho, estúpidamente, se enamoró de ella. — Se encogió de hombro. — de todas maneras, yo si le volteo la cara fea que tiene.

El más delgado dejó la copa sobre la mesita frente a él con toda la tranquilidad del mundo y sin esperar ni avisa, se abalanzó sobre Jeongin, atacando sus labios, para iniciar un hambriento y salvaje beso. Deseaba saciar su calentura. La respuesta del ojiverde fue igual de intensa y rápida.

Hwang terminó acostado sobre la alcochada cama. Tenía a Jeongin encima de él, entre sus piernas mientras seguía besándole con el mismo salvajismo. La necesidad a flor de piel. Los gemidos de Hyunjin no tardaron en escucharse, tan cerca del oido de Jeongin que comenzaba a prenderlo aun más.

Ambos se fueron deshaciendo de la estorbosa ropa, tirando prenda tras prenda en diferentes direcciones del patio.

Cuando estuvieron completamente desnudos, Yang elevó su torso para observar el cuerpo de su acompañante y quedo impresionado por esas dos pequeñas joyitas que ahora hacían parte del cuerpo contrario.

— ¿Que?, no me digas que no te gustan, porque eso seria una vil mentira. — Sentenció el ojiazul, altanero y egocéntrico como siempre, apoyando sus manos de la superficie acolchada para ir levantando su torso lentamente, aún teniendo sus piernas separadas con Jeongin entre estas.

— ¿Cuando te los hiciste? ¿Te dolió?— Indagó al mismo tiempo que acariciaba aquella zona y comenzando a besar su cuello.

— Uh ~ hace más o menos una semana. — Suspiró, cerrando sus ojos. Estaba encantado con las sensaciones de placer. — y si, por supuesto que mierda dolió.

Our Dangerous Little Secret Donde viven las historias. Descúbrelo ahora