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"No solo existe el orgullo de la inteligencia,  sino la estupidez de la inteligencia. Pero lo peor es la malicia... eso, la malicia del espíritu, la truhanería del espíritu"

— León Tolstói

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¡En edición!

𝐎𝐮𝐫 𝐃𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐨𝐮𝐬 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭
❤︎ 𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑆𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜 𝑃𝑒𝑙𝑖𝑔𝑟𝑜𝑠𝑜

Un mañana horrible.

Unos toques a la puerta lo obligaron a levantarse del sofá y a paso lento, llegó y terminó abriendo la puerta, encontrándose con Minho.

Unos segundos en silencio...

— ¡¿Que mierda le echaste a la puta comida de anoche?! — Gritó alterado Hyunjin.

El ojigris se adentró a la casa primeramente, para luego observar a Hyunjin, que se veía pálido y débil. Aunque para gritar si obtuvo fuerzas.

— Nada, princi-

— ¡¿Ah no?! — Interrumpio, el otro negando nuevamente. — ¡¿y por qué cojones no he dejado de vomitar?!

— Estás embarazado...

Hyunjin se quedó callado, incrédulo y a pesar de no tener muchas fuerzas, agarró una taza de plástico vacía y se la arrojó a Minho, dándole fuertemente en la cabeza.

— ¡¿Acaso te faltan neuronas, animal?!

El pelinegro volvió al sofá, sentándose con cuidado. Minho por su parte pestañeo varias veces confundido, si la cena le cayó pesada, puede que haya sido por la mala digestión, más no cree que algo malo tuviera cualquiera de los condimentos que utilizó. Por supuesto no le agregó nada extra y su intención nunca fue enfermar a Hyunjin. Curiosamente él sigue bien, no ha tenido ningún malestar, más solo de cabeza por culpa de Soyeon.

Pero eso es caso aparte.

Caminó hasta donde el ojiazul, sentándose a su lado, cerca, sin embargo recibió otro golpe con otra taza que no supo de donde sacó y tuvo que alejarse, quejándose del dolor, ya que le dio justo en el mismo lugar.

— Hey, yo no hice nada malo. — Afirmó, sobandose la cabeza y mirando el rostro enfadado de Hyunjin.

— Capaz lo hiciste para deshacerte de mi y volver con la estúpida de tu esposa. — Gruñó.

— ¿Es en se-?

— ¡Si, muy en serio, maldito idiota! — Otro golpe. — ¡estoy así por tu culpa!

— Y enfermo te pones agresivo. — Quería reírse, pero no podía, iba a ser peor.

— ¡¿COMO?!

Mierda...

Minho se levantó rápidamente, alejándose casi corriendo del pelinegro, que al notar como el mayor se iba, tiró la taza que llevaba en mano y logró darle en la cabeza otra vez, haciendo quejarse a quien recibió el golpe.

Miró al causante de su dolor con el ceño fruncido y cruzó sus brazos, ladeando la cabeza y suspirando pesadamente. Por supuesto, le preocupaba el estado de salud del menor, porque si se veía mal, no sabía si comió y si estuvo vomitando, significa que anda deshidratado, aunque se le nota, por la clara y excesiva palidez. Por ello, ignorando el dolor en su cabeza, volvió a donde estaba el ojiazul, colocando una mano en su frente para saber si tenían la temperatura más elevada a lo normal. Y si, tenía fiebre y alta.

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