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Satisfecho con lo que había hecho el joven de cabellos dorados guardó cuidadosamente el arma en el bolsillo interior de la chaqueta y caminó ligeramente hasta alcanzar a su amigo que ya había salido de ese callejón maloliente.

— Vamos a casa Yoongi estoy cansado, ya iremos mañana a ver a Nam —dijo sonriéndole.

Era un poco más de medianoche y las calles estaban desiertas. El mayor caminaba indiferente mirando al frente, pero al oír la propuesta de Jimin lo miró fugazmente por el rabillo del ojo y sacó el teléfono del bolsillo para teclear ágilmente el mensaje a su amigo.

— Ya está —respondió volviendo a guardar el móvil.

Jimin dio pequeños saltitos aplaudiendo tiernamente. Ambos caminaron intercambiando alguna que otra palabra hasta el pequeño apartamento donde vivían humildemente desde hacía ya un par de años.

 Ambos caminaron intercambiando alguna que otra palabra hasta el pequeño apartamento donde vivían humildemente desde hacía ya un par de años

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Era sencillo, con poco más que una habitación grande, otra más pequeña, una cocina estrecha y un baño viejo.

Nada más entrar el más joven fue directamente a la cocina y dejó el cuchillo en el friegaplatos mientras encendía la arrocera para calentar lo que les había sobrado esa mañana, rebusco en los armarios jurando para sí mismo que anteriormente había visto dos latas de atún, con la intención de mezclarlas con arroz y mayonesa. Todos sus amigos alguna vez habían dicho que era una mezcla un tanto extraña, pero a Yoongi y Jimin les parecía aceptable, así que era un plato recurrente en su menú. El chico sirvió dos cuencos con la mezcla y se metió una cerveza en cada bolsillo de la chaqueta para después ir a la habitación principal con la cena y las bebidas donde Yoongi le esperaba.

— Gracias —dijo el mayor mientras recibía su plato sentado en el sofá.

— También he traído la bebida —le entregó una de las dos latas.

Jimin se sentó al lado de este subiendo los pies y colocándose como un indio, ambos abrieron su bebida, dedicándose una mirada cómplice antes de chocar sus latas y dar un gran sorbo.

— ¡Ah! —dijo el menor saboreando— ¡Esto es lo mejor!

Yoongi miró de reojo a su amigo mientras comenzaba a comer. El siempre había sido un chico de pocas palabras creía que hablar por hablar no servía de nada, para eso ya tiene a Jimin, no callaba ni aunque lo estrangularan.

— Deja de mirarme así Yoongi —se quejó con la boca llena.

Este bajo la mirada a su cuenco y murmuró algo inaudible.

— Si vas ha decir algo —Jimin dejo el cuenco ya vacío en el suelo y con los palillos a modo de puñal se abalanzó encima de este. — Dilo alto y claro, —acercó la punta del punzón improvisado al ojo derecho de Yoongi— me pones enfermo.

El mayor masticó rápidamente y tragó grueso con las cejas ligeramente alzadas.

— Tienes mayonesa en la cara —repitió llevándose otro bocado a la boca, había protegido con su mano libre la comida del ataque repentino, no pensaba desperdiciar su cena por un impulso de su incontrolable amigo.

Jimin tenía un carácter bastante inestable, podía estar sonriendo y en cuestión de segundos intentar asesinarte con la mirada. Yoongi ya estaba acostumbrado a esta bipolaridad enfermiza, bien le conoció mientras el rubio lastimaba a otro chico, aun que más le sorprendió la cara de satisfacción que tenia mientras apagaba el cigarrillo en el párpado de aquel joven que había intentado robarle. Jimin disfrutaba haciendo daño a los demás, pero la mayor parte del tiempo se contenía y eso hacía que tuviera pequeñas explosiones, a pesar de esto Jimin nunca había dañado a Yoongi, alguna amenaza o lanzarle algún objeto pero sin llegar lastimarlo mucho.

— Eres un tonto —replicó el rubio mientras se quitaba de encima.

Yoongi se metió en la boca su último bocado, se levantó para recoger su plato y el de su compañero quitándole también los palillos asesinos, se sentía ya cansado y necesitaba relajarse un poco antes de ir a dormir.

— Vamos a la ducha —dijo lo suficientemente alto para que le escuchara mientras se dirigía a la cocina.

Jimin se levantó de un salto estirando su cuerpo despreocupadamente.

— ¡Yeeeeeeey! —Exclamó mientras corría hacia el baño— Hoy te toca hacerme el masaje Yoyoyoongi.

Este dejo los cuencos en el friegaplatos también y se dirigió hacia el baño.

— Esta bien —suspiro,— pero nos damos prisa quiero dormir Jimin. —bostezo.

Criminales | La vida de Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora