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No traté de resistirme, los encapuchados entre zarandeos y malas palabras me llevan al piso de abajo donde esperaban más de ellos. No tardé en verle, rodeado, con una sonrisa de oreja a oreja frotándose las manos. Tenía lo que quería, por una vez no era Seokjin o Jimin, yo era su presa y ahí estaba. Para mis adentros, le maldije tantas veces como tuve tiempo, ese ser se atrevía a sonreír cuando debería estar bajo tierra siendo comida de gusanos.

Los encapuchados me llevaron frente a él. Sentía ojos a mi alrededor puestos en mí y eran bastantes, escondidos tras sus ropas. Alrededor de quince personas me observaban, a mí, un informático herido incapaz de defenderse. ¿Irónico, verdad?

Draco era un hombre esbelto de piel color arena con pómulos prominentes y rasgos alargados, sus ojos estaban ligeramente por encima de los míos, dándose la oportunidad de despreciarme con ellos. Caminó ligero hasta estar lo suficientemente cerca de mí como para acomodar un mechón de cabello y apartarlo de mis ojos, luego de haber ordenado mi cabello, camino hasta uno de los sofás de la sala sentándose en él tranquilamente.

Le miré arqueando una ceja ¿Qué se supone que está haciendo?

— Esperaba que mi estúpido hijo cuidara mejor de ti Agust D —dijo torciendo el rostro, — ¿O prefieres que te llame Yoongi?

— Prefiero que no pronuncies mi nombre viejo —conseguí escupir.

Una leve tensión recorrió su cuerpo, provocándole una carcajada que calló en seco. Un golpe seco aterrizó en mis costillas dejándome sin aire, estaba seguro de que algo se había roto dentro de mí. Contuve mi grito de dolor clavando mis ojos en los suyos, no iba a caer ante él.

— ¿Tus padres no te enseñaron modales?

Intenté recuperar el aire y mantenerme en pie devolviéndole la sonrisa. ¿Mis padres? Nunca me enseñaron nada.

— Se saltaron ese capítulo, lo siento.

Con un gesto de cabeza indico algo a alguien que estaba tras de mí. Giré tanto como pude antes de que la punzada en mis costillas me detuviera en seco, alcanzando a ver cómo uno de los hombres sacaba una bolsa negra para cubrirme la cabeza con ella, dejándome perdido en frente de toda esa gente. Sentí mi respiración volverse irregular, estaba totalmente oscuro. Traté de liberarme, pero unas manos me sujetaron fuertemente, forcejee ansioso a pesar le las punzadas que se clavan en mi pecho dejando salir un leve gemido de dolor.

— ¿Te resulta familiar esto Min Yoongi? —dijo Draco acercándose nuevamente.

Aguanta, aguanta... me dije a mi mismo mientras cerraba los ojos, no podía perder el control de mi mente, no ahora.

— Cuando traté de averiguar más de ti, me encontré con un informe desgarrador. —comenzó a parlotear con falso sentimiento de pena mientras caminaba alrededor de mí.

Tragué aire conteniendo mi mente como podía. Estaba jugando conmigo, con mi pasado, quería romperme.

— ¿Cómo un niño consigue olvidar el infierno? —dijo esta vez más cerca.

Desee poder cogerlo con mis propias manos y retorcerle el pescuezo hasta que dejara de retorcerse. Un eco de susurros comenzó a envolverme, poco a poco se volvían más claros hasta el punto de sentirlos presentes. Voces que me recordaban un pasado que había tratado de encerrar en lo más profundo de mí, un pasado que se abría paso entre la oscuridad y me pedía poder cortarle el cuello.

— ¿Aún recuerdas lo que te hicieron?

Claro que lo recordaba, aún sentía las manos de mi madre en mi cuello o los gritos que cortaban mi garganta cuando mi padre me encerraba a oscuras en la habitación después de que mi madre decidiera no asfixiarme.

— Eso es lo que os une ¿verdad? La desgracia. — Hubo un breve silencio, —Entonces espero que disfrutes de este momento.

Sentí como algo frío y tenso se enrollaba al rededor de mi cuello, congelando todos mis músculos y paralizando mi respiración.

— Saluda a tus padres de mi parte —dijo cerca de mi oreja, escuchando como sus pasos se alejaban de nuevo.

Al sentir el tirón de la cuerda solo pude pensar en una cosa y es que nunca le había dado las gracias a Jimin por todo lo que había hecho por mí. Mientras que el oxígeno en mis pulmones se terminaba de consumir trataba de recordar como su sonrisa había traído la luz a mi oscuridad. Pronto llego la sensación de asfixia, lejos de aterrarme, la sentí conocida, podría seguir luchando, pero buena parte de mí sabía que era inútil. Relaje mi cuerpo con la sola intención de poder focalizar mi mente en aquello que más amaba.

— "¿Vas a rendirte ahora?" —dijo una voz en mi cabeza.

¿Qué mas podía hacer? Soga en el cuello y manos atadas...

— "Sobrevivir".


[¿Saben esos momentos en las películas cuando el protagonista esta a punto de morir, pero ocurre un milagro y acaba matando a medio reparto en menos de cinco minutos?]




Sentí algo en mi mano derecha que estaba siendo sujetada en mi espalda, era algo frío y metálico ¿De verdad iba a tener esta oportunidad? La persona que estaba sujetándome detrás de mí había descuidado el arma que portaba atada en su pierna, así que como pude la agarre por el mango y al instante la clave en la pierna de su portador provocando que este me soltara. Saque la bolsa de mi cabeza encontrándome a un encapuchado tirando de la cuerda que me ahogaba, de nuevo para mi suerte, alcance a clavar mi arma en su costado izquierdo emitiendo un grito ahogado y retrocediendo, soltando la cuerda de mi cuello quedando colgada en mí.

Volví a tragar aire desesperadamente, comenzando a toser de manera nerviosa. Obviamente, mi liberación no había pasado desapercibida, los hombres que estaban retirándose regresaron a rematar la faena, pero como penosamente pude camine de espaldas hacia la escalera amenazando en su dirección.

¿Qué debía de hacer ahora? Con este puñal poco conseguiría hacer contra esos tíos que iban armados hasta los diente. Muy bien Yoongi has alargado tu vida tres minutos más ¿y ahora que? Mirara por donde mirara solo había encapuchados, salir corriendo era una opción, pero en mi estado no subiría más de cinco escalones.

— A la mierda.

No iba a seguir huyendo y menos después de estar en la puerta del infierno. Agarre con fuerza mi cuchillo y enfrente a esos hombres, que en un abrir y cerrar de ojos sacaron sus armas de fuego. Eché una ojeada más allá observando como Draco salía por la puerta sin ni siquiera echar un último vistazo, el hijo de satanás daba por hecho que moriría. Quise gritar, decirle que me viera arder ahí mismo, algo dentro de mí quería que ese engendro me viera defenderme, luchar.

Al volver los ojos vi el cañón de una arma apuntando.

—"Estúpido Min Yoongi"

*PAM*

Criminales | La vida de Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora