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Como cada mañana desperté por la luz que se colaba por la pequeña ventana de mi habitación. Sobe mis ojos hinchados y pase mi mano por mi cuello ligeramente adolorido.

A los pies, recostada sobre la cama estaba mama, dormida con el ceño ligeramente fruncido. Alcance acariciar su cabello desordenado, viendo como lentamente despertaba dedicándome una sonrisa amable.

— Hijo ¿has dormido bien? —pregunto bajito.

Trague saliva dolorosamente devolviéndole la sonrisa y asintiendo. Posiblemente mama no recordaba nada de lo que había sucedido la noche pasada, una vez más su mente olvidaba todo lo que la perturbaba.

— Tu cuello vuelve a estar marcado —dijo dejando caer su sonrisa. — ¿He..? —Se llevó las manos al pecho, —¿He sido yo?

Negué con la cabeza frenéticamente y gateé a través de la cama para acercarme más a ella, cogí su pequeño rostro entre mis manos y junté mi frente con la suya.

— "No es tu culpa mama" —quise decirle.

Pero hacia ya tiempo que no lograba hacer salir las palabras, se atascaban en mi estropeada garganta y allí morían.

A mama le aterrorizaba la oscuridad, sacaba lo peor de ella y le hacía ver cosas que no eran reales, llegando al punto de distorsionar la realidad. En sus crisis de pánico yo me había convertido en su mayor terror, intentando ya varias veces acabar conmigo apretando mi cuello hasta desfallecer.

En ese momento papa abrió repentinamente la puerta de mi habitación acercándose a mama para tirar de ella con intención de llevársela.

— Cariño es hora de la medicación —dijo caminado hacia fuera.

Era consciente de que papa me culpaba de los problemas de mama, llegando al punto de ignorar mi existencia, para el solo era un estorbo, lo podía ver en sus ojos, deseaba que yo nunca hubiera nacido. Él amaba a mama con todo su corazón, pero estaba agotado de ver como el amor de su vida se perdía cada vez más en su locura y yo... había sido el causante.

— Hasta luego cariño —dijo mama despidiéndose de mí.

Agite mi mano en respuesta tratando de sonreír de la manera más sincera. Ojalá le hubiese podido decir a mama que a pesar de todo yo la amaba, como ella a mí, ojalá la hubiese podido salvar.


[...]


Parpadee varias veces antes de poder abrir mis ojos por completo. Estaba en una habitación completamente blanca, un hospital pensé. Mire a mi alrededor y de nuevo volvía tener varias máquinas conectadas en mí. Pasee mi vista hasta encontrar a Hope dormido en un sillón viejo, quise llamarlo, pero al tratar de decir su nombre, de mi boca no salió ni un sonido, otra vez. Traté de incorporarme, pero entre quejidos de dolor que sentía por todo mi cuerpo Hope despertó de su sueño.

— Yoongi — dijo este al verme despierto. Se acercó a mí torpemente, — No te muevas, estás herido.

En su rostro se podía ver el cansancio y la preocupación, sus párpados parecían pesar.

— El doctor ha dicho que debías reposar, la herida de tu abdomen está sanando y la fractura de las costillas estará bien, pero tomará algo de tiempo.

Un calor comenzó a sentirse por mi pecho adolorido, haciendo temblar mis labios y humedeciendo mis ojos. Quería llorar, algo no estaba bien.

Criminales | La vida de Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora